Un 19 de abril dos grandes deportistas cometieron suicidio. Ellos son el venezolano Edwin Valero, boxeador, y el estadounidense Aaron Hernández, jugador de fútbol americano. Ahora bien, sus historias tienen varias coincidencias, que son muy oscuras y van más allá de la forma y la fecha en que murieron.
Primera coincidencia
Ambos tuvieron un crecimiento deportivo exponencial en el inicio de sus carreras profesional.
Jugando para la Universidad de la Florida, Hernández se consolidó como uno de los mejores jugadores en la posición de ala cerrada en el ámbito universitario de Estados Unidos. Fue campeón nacional en la temporada 2008. Era tan bueno que llegó al Draft de la NFL antes de terminar sus estudios.
Por su parte, Valero tuvo un récord de 86-6 en su época de aficionado, en la cual fue campeón nacional de Venezuela por tres años seguidos.
Segunda coincidencia
No tuvieron ningún problema para mostrar su calidad cuando dieron el salto al profesionalismo.
Hernandez fue seleccionado por los Patriots de Nueva Inglaterra, con los cuales fue campeón de la Conferencia Americana y jugó un partido de las estrellas (Pro Bowl). Fue tan bueno que le prolongaron su contrato con la mejor paga para un ala cerrada en toda la NFL.
Por su parte, cuando Valero salió de la rama aficionada, logró el récord mundial de ganar sus primeras 18 peleas como profesional en el primer asalto; el anterior registro era de 15 y databa de 1905. En total, disputó 27 combates, los ganó todos y siempre por nocáut. Fue campeón mundial de la categoría superpluma, condición que defendió cuatro veces; de ahí se pasó a al peso ligero y allí también fue campeón orbital.
Tercera coincidencia
Antes de matarse a sí mismos, mataron a otros.
A mediados de 2013 fue capturado por su conexión con el homicidio de Odin Lloyd, quien era el novio de la hermana de su prometida, algo así como su concuñado. Su carrera deportiva acabó allí porque le rescindieron el contrato. Después de casi dos años de juicio, fue declarado culpable y sentenciado a cadena perpetua. También fue acusado de matar a dos inmigrantes de Cabo Verde, pero fue exonerado.
En 2010 el personal de seguridad de un hotel en Valencia, Venezuela, alertó a la Policía del feminicidio de Jennifer Viera en una de sus habitaciones. Ella era la esposa de Valero y la madre de sus dos hijos. Fue encontrada con tres heridas de arma blanca, y él le confesó a las autoridades haberla asesinado.
Cuarta coincidencia
Los dos deportistas murieron de la misma manera: ahorcados en una celda y de madrugada.
El 19 de abril de 2017, estando recluído en el Centro Penitenciario Souza Baranowski, de Shirley, Massachusetts, Hernández se colgó del cuello con una sábana que amarró a una ventana de su celda. Los guardias lo encontraron sin vida a las tres de la madrugada.
El 19 de abril de 2010, a la 1:30 a.m., un día después de haber asesinado a su esposa, Valero se ahorcó utilizando sus propios pantalones luego de fijarlos a los barrotes de su celda. Un recluso que estaba en otro calabozo alertó a los guardias, quienes lo encontraron vivo pero no pudieron mantenerlo así.
Quinta coincidencia
Al homicidio no se llega solo. Los dos habían tenido problemas por el consumo de sustancias psicoactivas.
Los detalles oscuros de la vida privada de Hernández se revelaron luego de su crimen. Empezó a consumir marihuana en la secundaria y llegó a un punto en el cual se fumaba unos treinta porros diarios, lo cual generó indignación entre los aficionados porque siempre aprobó los controles de la NFL. También bebía mucho licor.
Luego de un primer ataque a su esposa, quien había terminado en el hospital, Valero confesó ser el alcohólico, y explicó que la agredió estando ebrio. Estuvo en una centro de rehabilitación pero no concluyó su tratamiento. Posteriormente, se encontraron rastros de metabolitos de cocaína en su sangre.
Sexta coincidencia
Golpes en la cabeza, daño cerebral y problema psiquiátrico.
Tras el suicidio de Hernández, su familia donó su cerebro a la investigación médica. Descubrieron que tenía CTE (Encefalopatía Traumática Crónica), una enfermedad causada por los golpes constantes en la cabeza. Es un trastorno degenerativo, incomprobable en personas vivas y, por lo tanto, incurable hasta ahora. Muchos jugadores de fútbol americano lo desarrollan, pero con el paso de mucho tiempo. Hernández era muy joven, así que se cree que la violencia que sufrió de parte de su padre también lo afectó en este sentido.
Aparte de los golpes normales que recibe un boxeador en la cabeza mientras pelea, Edwin Valero sufrió en 2001 un accidente en motocicleta mientras no llevaba casco. Se fracturó el cráneo y se le formó un coagulo de sangre en el cerebro, algo por lo cual fue operado. Tres años después, una resonancia magnética mostró que tenía irregularidades cerebrales.
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