Yo vi nacer la Selección Colombia, eso fue en Chile

Revista La Liga recuerda la nota de mayo de 2015 de Joshua Green en la edición 19, en la cual explica la verdadera historia del nacimiento de la Selección Colombia.

Por: Joshua Green.

Tengo susto de morir y de que nadie defienda la verdadera historia, lo digo porque me enerva cuando escucho o veo por televisión a periodistas hablando de cosas que no tienen ni idea. Es cierto que son cuestiones de hace muchos años, pero si no saben, ¿por qué no preguntan o van a los archivos?

Cuando estos niños de ahora me dicen «la Copa América es el torneo de Selecciones más antiguo del mundo mundial», yo grito al frente de mi pantalla gigante como loco: «¡mentira!» . Y creo que se escucha en toda la montaña en donde vivo en soledad. Las mentiras alteran mi vida de ermitaño, pero más me perturba que nadie diga que eso no es cierto.

El torneo más antiguo de Selecciones del mundo es el ‘Home International Championship’. Inició en el año 1883 y su primera edición culminó en 1884.

La Copa América es el torneo más antiguo de Selecciones que aún se juega, pero el más viejo es el que mencioné, el cual vi en los estadios desde finales del siglo XIX. Eso no quiere decir que no le tenga un gran afecto a la Copa América. Por culpa de las guerras me refugiaba en Brasil, la tierra de mi madre, o en Argentina, en donde habían fijado su residencia mis padres.

Estuve en el comienzo de este torneo que se mantiene y este año (2015) regresa a Chile, un país en donde supe por primera vez de otro país suramericano. Entiendo que esta revista, que le da espacio a la memoria, es colombiana o por lo menos se edita en ese país.

La primera vez que pensé en serio en Colombia fue por una Copa América. Durante la Segunda Guerra Mundial me refugié en casa de mis padres  en Argentina y, cuando me enteré del Sudamericano, en esa época se llamaba así, volé hasta Santiago.

Había un calor insoportable, era enero de 1945, y tengo que reconocer que fui a ver a Brasil, debutaba en el torneo. Pero los que creen que Brasil nació grande, les tengo que contar que mis primos de Río de Janeiro eran objeto de mis burlas; yo, aunque muy chico, nací en Argentina, me fui a Londres, razón para ‘enrostrarles’ sus comienzos.

La Selección, hoy pentacampeona del mundo en 1917, otra Copa que pude ver, recibió sendas goleadas por Argentina y Uruguay, y en sus primeros 10 partidos internacionales, solo pudo ganar 3. Pero desde la década del 30, el fútbol al ritmo de la samba empezó a desarrollar habilidad. Si miramos los choques entre Argentina y Brasil antes de 1940, los hoy ‘verde amarelo’ solo pudieron ganar en 6 partidos.

Y esa mejoría se debe a un grupo de jugadores liderados por Domingos da Guía, un defensor de raza negra con una categoría para jugar que solo se le puede comparar con la malicia que se apoderaba de su cuerpo cuando tenía que defender la zona.

Con Colombia me pasó algo extraño, pese a que iba por Brasil, sentí un cariño a primera vista. Jugaban con una irresponsabilidad extraña, se le fueron encima a los favoritos y el arquero Oberdam de Brasil tuvo que ensuciar su uniforme. Pero apareció Da Guía desde atrás, empezó a poner orden, con calidad y maña le quitó la pelota a sus rivales y ganaron cómodamente 3 goles a 0. Después supe que era el debut internacional, el primer partido oficial de Colombia y decidí seguir la campaña. Además, hablé con un delegado que me dijo ser de Barranquilla y me contó que habían viajado durante 20 días, utilizaron el tren y luego un pequeño barco que solo tenía un par de camarotes y como no había cama para tanto jugador, tuvieron que organizar turnos para dormir. Esta historia me hizo aún más hincha de un equipo que terminó, aunque ustedes no lo crean, celebrando un título.

Después de la derrota en el debut, regresé al estadio Nacional de Santiago para ver el juego ante Uruguay, esta vez vestidos con una camiseta blanca y una banda tricolor que atravesaba el pecho de los jugadores de forma horizontal. Era la Uruguay de Varela, ese que cinco años más tarde iba a ser capitán campeón del mundo, la de Máspoli, el arquero que estaba imbatido, la de la ‘Gambeta’, otro de los que protagonizó el ‘Maracanazo’. Los de la banda tricolor cayron 7 a 0, perdieron ese desparpajo y quisieron defenderse desde el comienzo. 

El arquero colombiano me llamaba la atención, tenía movimientos nerviosos, muy buenos reflejos, pero creo que escasamente llegaba al metro setenta. Hoy día en ningún equipo profesional o en Selecciones Nacionaleshay un arquero del menos del metro ochenta. ¡Ah! le decían ‘Bolón’ y se apellidaba Acosta. Hubo un hecho que retrata aquellos años, el árbitro Mario Viana de BRasil, que era amigo mío, expulsó a un mediocampista colombiano, a Gámez, lo apodaban ‘El Perro’, pero los uruguayos abogaron por él y finalmente el juez le permitió seguir jugando. ¡Qué épocas lindas aquellas!

Para el tercer partido, los colombianos van contra el organizador Chile, tuvieron muchas opciones, pero a estos jóvenes que recuperaron su frescura, se les perdió la mirada telescópica, fallaron jugadas increíbles. Sin embargo, no olvidaba que éste era el primer torneo internacional en toda su historia.

Otra cosa maravillosa que vi en este ‘mach’, un flaco, un delantero nuevo en la Selección Colombia, y era muy parecido al técnico. Luego de unos minutos me di cuenta que ese flaco y el técnico eran la misma persona. Pensé que el entrenador se había cansado del despilfarro y se había puesto de pantalón corto para enseñar a definir. Este amigo también fue uno de los que erró goles en el 2 a 0 a favor de los australes. Este flaco era Roberto Meléndez, como el nombre del estadio barranquillero.

Yo seguí siendo hincha de los dirigidos por ‘El Flaco’, no me quité. Pese a que ahora era era mi país, ARgentina, el que jugaba. Pontoni, Ferraro, Loustau, genios de los cuarenta ante una Selección nueva e inocente. Los argentinos no tuvieron piedad y le marcaron 9 al pobre ‘Bolón’ Acosta que ese día venía más bajito que de costumbre. Aunque celebré, sí señores, el primer gol de la nueva Selección. Cuando averigüé qué significaba el apodo, me volví más hincha. El primer  gol a nivel internacional de Colombia lo marcó Arturo Mendoza al que le decían ‘Guarapo’. guarapo siguió inspirado y ante Ecuador hizo su efecto y embriagó de triunfo a sus compañeros que vencieron 3 a 1; primer triunfo internacional y me conmovió la celebración, pero mejor estuvo el cierre.

Si por lo mes igualaban ante Bolivia en el último juego del Sudamericano, podían celebrar. Jugaron sin ninguna carga, sin nervios ni peso por estar viviendo una novedosa aventura. Hubo un lindo espectáculo, una técnica que ilusionaba. 

El partido terminó igualado a a 3 goles y con ese empate, Colombia fue campeón de los chicos, ocupó el quinto lugar detrás de Argentina campeón, Brasil, Chile y Uruguay. Dieron la vuelta olímpica en el estadio Nacional de Santiago, parecían campeones del mundo, todos corriendo debajo de una bandera de buen tamaño.

Qué linda Selección, la Colombia de hoy (2015) está plagada de estrellas, aunque por esos días, el técnico jugaba de delantero, el arquero no pasaba del metro setenta y a su goleador le decían ‘Guarapo’.

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