Este martes, a las 7:45 de la noche, América de Cali e Independiente Santa Fe disputarán en Bogotá el partido de ida de la Superliga más extraña en la historia del fútbol profesional colombiano.
La primera razón por la cual esta edición es extraña es porque no se enfrentan los campeones de las dos ligas del año anterior, como se supone que debe ser. En 2020 solo se disputó un campeonato de primera división debido a la prolongada interrupción del fútbol profesional por causa de la pandemia. Esta vez se enfrentarán el ganador, América, y el perdedor, Santa Fe, de la final de la única liga del año pasado.
Algo así solo sucedió en 2014. Atlético Nacional había ganado las dos ligas del año anterior, así que la Superliga fue contra el segundo mejor equipo de la reclasificación, por detrás del mismo Nacional, el Deportivo Cali.
Otro motivo por el cual esta Superliga es extraña es porque no se disputa a comienzo de año, como es habitual. Esto se debe a que el inicio del 2021 se destinó a terminar de jugar la Copa Colombia del 2020.
La Superliga viene a jugarse ahora aprovechando que tanto Santa Fe como América están eliminados de la Copa del 2021, utilizando para este duelo el mismo espacio en el calendario que se ha destinado para las semifinales de la Copa.
La otra razón por la cual esta Superliga es extraña tiene que ver con lo anterior, el calendario, en cuanto a su influencia en el momento deportivo de ambos equipos. Una Superliga a comienzo de año enfrenta a dos equipos que empiezan con optimismo una nueva temporada porque vienen de ser campeones y van a jugar la Copa Libertadores.
En cambio, a estas alturas la situación de ambas escuadras es negativa. Tuvieron una participación deficiente en los torneos internacionales, quedaron fuera de la liga del primer semestre en cuartos de final, en la liga actual están fuera del grupo de los ocho equipos parcialmente clasificados a las instancias decisivas y, como ya se dijo, están eliminados de la Copa Colombia.
En este 2021 América y Santa Fe están en altamar, cayeron al agua y tratan de no hundirse. Ganar la Superliga puede ser un flotador; perderla puede ser un yunque atado al tobillo que ahogue la ilusión de salvar sus temporadas.