BIELSA: «Todo se equilibra al final».

BIELSA: "Todo se equilibra al final".

Por Juan Linares

@juanlinares50

Foto: GEORGE WOOD / GETTY IMAGES

El 15 de mayo de 2019, el Leeds United, dirigido por Marcelo Bielsa, tenía todos los boletos para ascender a la Premier League. Una semana antes, en el partido de ida de las semifinales de los playoffs, había derrotado 0-1, de visitante, al Derby County, equipo dirigido por Frank Lampard, un prócer del Chelsea (club que actualmente dirige). Un triunfo o un empate en Elland Road, su estadio, le bastaba para salir de la oscuridad, del ostracismo futbolístico, de quince años de olvido. En la revancha el Leeds, que había liderado casi todo el Championship (el torneo del ascenso más largo del mundo, 46 jornadas) partía como amplio favorito.

Sin embargo, esa noche el Leeds, los ‘dirty whites’ (sucios blancos) como eran conocidos en Inglaterra en los noventa, cuando comandaba el plantel el genial e irascible Éric Cantona, militante de la patada honesta, cayeron en el único hueco que había en la calle y perdieron inexplicablemente 2-4. Para Bielsa esa fue otra herida de guerra, una más en su larga historia de frustraciones, ¡y en su propio estadio!  El fútbol es un amor que exige víctimas.

En un vestuario, donde la desazón y la bronca se mezclaban con la sensación de injusticia por el gran partido que habían jugado y perdido, los hombres del Leeds escucharon con atención las palabras de consuelo que salían en forma de arenga de la boca de un «loco»:

«Yo sé que ahora nada los serena, porque se mataron por el partido, lo merecieron y no lo consiguieron. Acepten la injusticia que todo se equilibra al final».

A esta hora de la madrugada, en que escribo esta crónica, confieso que no estoy muy seguro de que Bielsa haya dicho esas palabras, toda una filosofía de vida, ese día, esa noche triste. Admito que las pudo haber dicho mucho tiempo antes en un vestuario destruido el día que Argentina quedó eliminada en primera ronda al empatar 1-1 con Suecia en el Mundial de Corea-Japón 2002, donde también partía como favorita al título. O tal vez las pronunció en julio del 2015, luego de perder frente al PSG su ingreso a la Champions League, cuando dirigía al Olympique de Marsella. Lo cierto es que las pudo haber fácilmente proferido en cualquier vestuario brumoso con olor a sudor, a llanto desconsolado, a bajada de cabeza, a «otra vez será»… Las emotivas palabras del entrenador argentino encajan también de manera perfecta en este presente complejo e incierto que nos toca vivir a causa de la pandemia del coronavirus. Dicen que el sufrimiento enseña; lo malo es que a menudo mata.

Leeds es una ciudad gris de cerca de 1,5 millones de habitantes, ubicada en Yorkshire del Oeste, al norte de Inglaterra. En los viejos y felices días (‘In the happy old days’) fue un gran centro industrial de producción y procesamiento de lana. Hoy tiene dos universidades importantes y un solo estadio de fútbol. A esa ciudad llegó Marcelo Bielsa en junio del 2018 de la mano del propietario del Leeds, el magnate italiano Andrea Radriazzani. 

Marcelo «el loco» Bielsa arribó al club con un mensaje misteriosamente optimista, un mensaje extraño para un abonado al fracaso, para un técnico con mucho nombre y pocos títulos. Su última conquista había sido en el 2004, cuando ganó los Juegos Olímpicos de Atenas con la Selección Argentina. Por eso había inquietud, dudas y nerviosismo por su contratación; por eso los barones más prudentes de la ciudad se rebelaron: ¡un loco! ¡Nos traen a un loco para que arregle el caos!, ¡un loco para que nos rescate de la bancarrota!, ¡un loco para que nos saque del sótano de la historia! Gritaba la prensa.

Las palabras del ‘Pep’ Guardiola, cotizado técnico del Manchester City, afirmando que Bielsa era el mejor técnico del mundo fueron decisivas y terminaron por inclinar la balanza e ilusionar a la parroquia pueblerina. La hinchada comprendió que, dadas las penosas circunstancias por las que atravesaba el club desde su oprobiosa pérdida de categoría en 2004, solo de un loco se podía esperar algo distinto al fracaso. Comprendieron que quizás este técnico, llegado desde el fin del mundo, podría cambiar la cultura de la derrota y guiarlos a la tierra prometida, a la Premier League. Un técnico célebre, acaso el mejor de todos, había llegado a la ciudad de los celtas. Del rechazo inicial pasaron al apoyo incondicional y luego a la súbita gratitud: decidieron volver a creer en el equipo. Esa fue la primera victoria del ‘loco’ Bielsa en esas latitudes. Las peleas más difíciles se ganan a veces con el primer golpe.

Fiel a su estilo, Bielsa no perdió tiempo en relaciones públicas ni en bizantinas discusiones. Apenas tomó el mando del plantel modificó el hábito de los jugadores; cambió sus rutinas, sus comidas, sus descansos. El Leeds era un equipo que recibía todos los golpes en la cara. Bielsa pensó que era clave «trabajarlos» mentalmente y exigirlos físicamente. Fueron días de entrenamientos intensos a triple turno. Dicen que fue severo y exigente hasta el punto de la crueldad, pero escrupulosamente justo. Esto me recuerda que los detractores de Bielsa lo acusan de agotar a los equipos que dirige, de cansarlos. Esa fue quizás una de las razones por la cual fracasó en su primera temporada. Pero en el fútbol, como en la vida, siempre hay un antes y un después, siempre hay un domingo de gloria: el ‘loco’ ya tendría su revancha…

El genoma del fútbol de Bielsa se compone de miles de pequeños detalles, de centenares de jugadas mecanizadas hasta el hartazgo, de decenas de jugadas preparadas en pizarrones gastados por el uso y de ‘pressing’ en todos los sectores del campo de juego. Nada queda librado al azar. Así, todo lo que pasa en un partido oficial ya pasó antes en un entrenamiento. 

Una estatua de Marcelo Bielsa en el centro de la ciudad de Leeds, mientras los fanáticos celebraban el campeonato Sky Bet en Millennium Square el 19 de julio de 2020. Foto: George Wood/Getty Images.

En la temporada 2019/2020, que acaba de finalizar, el Leeds fue un equipo de raza, de estirpe, de juego veloz, de presa y ataque: un equipo de autor, un equipo que ganaba o perdía a lo Bielsa: atacando, siempre atacando: atacando hasta el minuto 93, atacando incluso hasta cuando no debía atacar… Hace diez días el Leeds fue a jugarse el pellejo en Gales frente al Swansea. Sacar un punto de ese estadio, de ese reducto, es considerado una epopeya para cualquier equipo grande. Bielsa ordenó atacarlo. A pesar de la insistencia ofensiva los ‘Whites’ no conseguían vulnerar la valla de los galeses. El 0-0 era cantado. A los 89 minutos el jugador insignia del Leeds, el español Pablo Hernández, de 35 años, a quien Bielsa le devolvió la juventud y la fe, conectó un disparo mordido que ingresó como pidiendo permiso por el zócalo del poste derecho. Era el 0-1 que le aseguraba al Leeds el ascenso directo. Lo extraordinario era que había cinco jugadores en el área del Swansea dispuestos a empujar la bola, por si fallaba el gallego.

El final era previsible, el Leeds ganó la Championship casi de punta a punta, jugando de a ratos un fútbol champagne, lujoso, total. Maravillada por lo que veía jornada a jornada en el estadio, la hinchada del Leeds se contagió de la locura que emanaba de su entrenador. Cada vez más loco, más genial.

Con Bielsa el Leeds, el gigante dormido, ascendió de categoría y fue campeón. La próxima temporada el ‘Séptimo Grande’ de Inglaterra jugará en la Premier League. Su modesto presupuesto se incrementará notablemente. El mismo Bielsa verá elevado su salario de seis a diez millones de dólares anuales. La ciudad de Leeds venera al «loco» como una deidad pagana. Una de las arterias principales lleva desde el sábado su nombre: «Marcelo Bielsa Way». Los jugadores lo abrazan, lo besan, le agradecen como si fuera alguien de la familia. La ciudad de Leeds llora de felicidad desde sus balcones. Bielsa ha producido el milagro. De todos los lugares del mundo le llegan felicitaciones, lo aclaman. Muy pronto compartirá cartel y escenario con lo más granado del firmamento futbolero: Klopp, Guardiola, Mourinho, Ancelotti… 

El propio Josep Guardiola se apresuró a darle la bienvenida a través de Twitter: «El más grande llega a la Premier». Es un halago demasiado importante para alguien que ganó poco, en un medio donde nadie concede a nadie un elogio gratuito. 

Sin querer, tal vez sin pretenderlo, Bielsa transmite con su fútbol, con su desprecio a ganar de cualquier manera, mensajes subliminales que hasta el hombre intelectualmente más precario capta e incorpora a su vida cotidiana. Sería un error medirlo por resultados, por títulos obtenidos, por dinero ganado. Él es un docente de la vida que enseña con el ejemplo. En el mundo existen dos clases de universidades: la que produce doctores y la universidad de la calle, que produce hombres: Bielsa pertenece a la segunda, pero tranquilamente puede aplicar para dar clases de ética e integridad en la primera.

De la mano de Marcelo ‘el loco’ Bielsa, luego de 16 años, ‘The Whites’ han regresado merecidamente a la Premier League. Su himno, Marching On Together, comenzará a sonar fuerte en el verano europeo.

¡Hay esperanzas!

La vida no son solo derrotas…

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