La Selección Colombia suma 26 partidos de invicto, algo que nadie se podía imaginar cuando Néstor Lorenzo asumió la dirección técnica. Su nombramiento fue cuestionado porque él no había dirigido ningún equipo grande, y a nivel de selecciones tan solo había acompañado a Néstor Pékerman como asistente técnico. Mucho menos se iba a pensar que tendría la capacidad de recuperar a James Rodríguez, un jugador que muchos habían desahuciado para la ‘Tricolor’.
Pues el técnico argentino ha logrado lo que muchos pedíamos, tener un equipo aguerrido, apasionado, luchador y que juega muy bien al fútbol. Es un conjunto liderado por un gran capitán que está lleno de amor por esta camiseta, que cuando se la pone se transforma y puede volver al esplendor de ese fútbol que lo llevó a ser considerado uno de los mejores jugadores del mundo. Hemos vuelto a ver al que fue goleador de un Mundial y contratado por uno de los mejores equipos del planeta.
James hoy, con esta selección, brilla nuevamente con luz propia. Ha jugado tres partidos y ha sido considerado el mejor jugador en dos de ellos. En lo que va del torneo es, sin lugar a duda, el futbolista más destacado. Hasta ahora está por encima de un tal Lionel Messi, que hasta hace muy poco era considerado el mejor jugador del mundo, y de Vinícius Júnior, el posible ganador del Balón de Oro del 2024. Esto es para aplaudir y para sentirnos orgullosos. Rodríguez se unió a este equipo y trajo de regreso a muchos de los incrédulos que le dieron con todo y querían que él no estuviera acá.
Ya se cumplió con la primera tarea, que era pasar el grupo de primero para enfrentar en cuartos de final a un rival que, sobre el papel, es un poco más sencillo, pero que tiene los méritos para jugar esta instancia. Creo yo que en estos torneos se debe ir paso a paso, y, si se puede evitar rivales duros, ¿porque no hacerlo, o es que les hubiera gustado enfrentarse con Uruguay en cuartos?
Yo, personalmente, los quiero tener en semifinales luego de haber luchado para ganarle a Brasil, con lo cual estarán mucho más desgastados. No comparto esa teoría de los que dicen que se le debe ganar a todos para ser campeón. Para eso se hacen los cuadros: si un equipo pasa de primero en su grupo tiene la posibilidad de enfrentar un rival más sencillo después de la ronda grupal.
Colombia está jugando muy bien, y este equipo nos tiene soñando con un nuevo título. Va por el camino adecuado, jugando muy buen fútbol y siendo superior a sus rivales. Debe seguir con esa misma dinámica porque, a partir de este momento, quedan tres finales que debe superar si se quiere coronar campeón de la Copa América.
Es un sueño de casi todos los colombianos, incluyendo a estos jugadores que merecen un título. La verdad es que los integrantes de esta generación nunca habían estado tan cerca y por el camino correcto. No habíamos tenido un equipo como el que tenemos actualmente, con la madurez y la capacidad física, táctica y técnica que desborda este equipo en cada una de las posiciones del campo.
Disfrutemos de este equipo y sigamos soñando porque lo merecemos y estos jugadores nos están dando la posibilidad de volvernos a ilusionar. Profe Lorenzo, siga guiando a estos muchachos por este camino y mantenga la calma, como lo ha hecho hasta ahora, porque este es un sueño que se va acercando y hacia el cual usted nos puede llevar con la misma mística con que lo ha hecho. Usted en esa camisa vinotinto y en esa chaqueta negra lleva a cincuenta millones de colombianos que saben que ese equipo sale a darle todo por Colombia en busca de ese título que tanto queremos.
Volvamos a la realidad y vayamos paso a paso. Ahora a ganarle a Panamá para esperar por Uruguay o por Brasil en las semifinales. En ese partido entre la ‘Canarinha’ y la ‘Celeste’ el pronóstico será reservado porque ambos equipos se juegan mucho. Si bien Uruguay tiene la ventaja por el fútbol que ha jugado, está claro que en esas instancias todo puede pasar, y Brasil va a pelear por pasar de ronda y no irse del torneo. Eso sería un completo fracaso y una caída grande en la opción del Balón de Oro al que aspira Vinícius.
Por Mauricio León