La semifinal de la Champions League entre el Real Madrid y el Manchester City es el escenario ideal para ver a los dos mejores entrenadores del momento. Carlo Ancelotti ha logrado llevar al equipo español a lo más alto del fútbol mundial, con una nómina corta pero llena de experimentadas figuras como Luka Modric, Toni Kross y Karim Benzema y de jóvenes arriesgados y consolidados como Vinicius, Rodrigo y Valverde. Por su parte, Josep Guardiola ha consolidado una plantilla que tiene dos jugadores de primer nivel por posición, en la que sobresalen el goleador de la Premier League, Erling Haaland, y el mejor asistente del mundo, Kevin de Bruyne, además de Rodri, uno de los mejores pivotes, y un todo terreno como Bernardo Silva.
El Real sigue siendo un animador de lujo en estas noches de fútbol, un equipo que cuando juega este tipo de partidos se transforma; se convierte en un león herido, un conjunto que sabe aguantar y dar el golpe en el momento indicado. Ancelotti sabe más que nadie enfrentar este tipo de partidos. Le ha cedido el control al City, le ha dado la responsabilidad de llevar el ritmo del juego. Una vez neutralizó la ofensiva de los ingleses, el Madrid ha salido de contraataque con una gran velocidad que ha dejado sembrados a los rivales y les ha dado una lección de efectividad. En el primer ataque que generó ha cambiado el partido y se ha ido arriba en el marcador c on un golazo de media distancia de Vinicius.
Guardiola termina el primer tiempo perdiendo un partido que tenía controlado y que se estaba dando como lo tenía planeado, pero en el que no pudo ser profundo. A pesar de tener una posesión de balón del 68 por ciento no logró generar oportunidades de gol. Solo una atajada de Thibaut Courtois parece muy poco para un control con el cual parecía someter a su rival.
Con la misma dinámica, Manchester City salió en busca de un gol que lo dejara mejor parado de cara a la vuelta como local. Con más ganas que fútbol los ‘ciudadanos’ lucharon y encontraron el premio en un mal rechazo de la defensa del Real. Eduardo Camavinga olvido una lección de principiante: un balón nunca se rechaza al centro, y especialmente si al frente esta KDB, quien con un soberbio disparo igualó el partido y le dio un respiro a su equipo.
Con el empate el juego cambió. Ya no se vio un despliegue y control de los ingleses como en el primer tiempo; por el contrario, cedieron la iniciativa a los dirigidos por Ancelotti, quienes buscaron sin mucha fortuna el premio mayor. Se encontraron con Ederson en un gran día y muy concentrado para responder en dos pelotas difíciles de gol.
La serie queda abierta y, con el nivel mostrado hoy por los dos equipos, no es fácil anticiparse en la escogencia del favorito. La ventaja la tiene el City por jugar de local, especialmente porque en esta Champions se ha dedicado más a cuidar marcadores de visitante y a tomar ventaja en Mánchester. Sin embargo, será un escenario propicio para que el Real despliegue su juego y aproveche los espacios que van a dejar los ‘ciudadanos’ en busca del gol que les dé el pase a la final.
Ambos técnicos tendrán que analizar detenidamente sus opciones y anticiparse a lo que les plantee su rival, especialmente porque será un partido en el que ninguno va a regalar nada y que probablemente se decidirá por pequeños detalles o por una genialidad, como las dos que vimos hoy en la media distancia.
Lo que ha logrado el técnico italiano con este equipo es asombroso. En estas noches de Champions juega sin restricciones y con carácter, es capaz de igualar y anular a sus rivales. Que lejos está este equipo del que compite en La Liga de España, donde va 14 puntos por detrás de un Barcelona muy irregular que lucha por volver a lo más alto.
Lo que no se explica es por qué al City le cuesta tanto este tipo de partidos y por qué sus jugadores no logran arrasar como lo hacen en la Premier League contra equipos que son casi todos muy competitivos. Hoy Guardiola planteó un partido muy táctico en busca de controlar, no dar opciones, y al final salió con un resultado que parece bueno, pero que le puede costar.
¿Entonces por qué no arriesgar e ir en busca de su rival con más ganas? Cuando empató el partido pareció frenarse y dedicarse a especular en busca de mantener el resultado. Haaland se vio muy solo y De Bruyne estaba agotado con el sacrificio que le pidió su técnico en un partido en el que jugó en las dos áreas, pero principalmente apoyando a sus compañeros.
Es una lástima que esta serie sea de semifinales, porque nos privamos de ver una gran final con los dos mejores equipos del torneo. Que gane el mejor. Por ahora todo está empatado y quedan 90 minutos a puro fútbol.