El Barcelona en la última semana marcó ocho goles y recibió cinco, números que hablan muy bien de su ataque pero que preocupan a la hora de hacer un análisis defensivo. Sin embargo, a pesar de esta fragilidad, lo que se le ha visto al equipo ‘culé’ es algo que no se notaba desde hace más de dos años, cuando caía goleado sin ninguna reacción.
La semana pasada vimos a un equipo que se logró sobreponer a sus dificultades, que levantó un marcador de dos goles en contra en diez minutos y llevó el partido a la prórroga para luego terminar goleando al Granada. Esto era poco probable en los equipos de Valverde, Setién y Koeman, hasta ahora. El fin de semana se esperaba un conjunto con la misma actitud frente al Betis, y el Barcelona no defraudó; nuevamente estuvo abajo en el marcador y tuvo la capacidad para ir al frente y darle la vuelta al marcador para terminar ganando por 2-3.
¿Pero qué pasó en el equipo ‘culé’ para que ahora tenga la capacidad de ir al frente y darle la vuelta a los partidos? La realidad es que estos jugadores tienen la capacidad para jugar bien al fútbol y para cargar con la responsabilidad de vestir la camiseta de uno de los mejores equipos de Europa. Sin embargo, en los momentos decisivos se caían y no podían dar un paso al frente para cambiar los partidos.
Les pasó en dos de las tres últimas eliminaciones de la Champions y este año en la final de la Supercopa de España. Luego de tener los partidos controlados y con la posibilidad de ganar, se venían abajo frente a la respuesta de sus rivales, quienes aprovechaban su fragilidad defensiva y los derrotaban aprovechando su falta de reacción.
Ahora nos encontramos con un equipo que pasa al frente, que fue herido en su orgullo propio y que tiene la capacidad de reaccionar frente a las adversidades. Ya ha estado dos veces abajo en el marcador y ha tenido la capacidad de darle la vuelta. El equipo sigue teniendo muchos problemas defensivos, seguramente por la cantidad de rotaciones y las lesiones, lo que ha impedido consolidar una zaga defensiva sólida.
El equipo de la mitad hacia adelante no tiene problemas de generación de juego; de hecho, en dos partidos marcó ocho goles y generó muchas más situaciones de gol que terminaron en los palos o en excelentes intervenciones de los arqueros contrarios. El Barcelona sigue siendo dependiente de la genialidad de Messi, y se nota mucho la falta de fútbol cuando el argentino no está dentro del terreno de juego, como sucedió en el primer tiempo frente al Betis. Pero ahora Messi encuentra socios para generar juego; ya no le devuelven un ladrilllo cuando genera una pared. De Jong y Pedri, sus mejores socios, interpretan a la perfección la forma de juego del líder del equipo.
La otra razón del paso al frente del cuadro catalán ha sido la mayor participación de Griezmann en el frente de ataque. Al parecer, el jugador francés ya encontró su posición en el campo y esto tiene que ver con Koeman, quien por fin entendió que el francés no es un extremo y que no tiene gran capacidad para eludir rivales, que su virtud está a la hora de definir y generar peligro de frente al arco rival. No es casualidad que lleve seis goles y cuatro asistencias en 18 partidos jugados, y esto se nota en la confianza que está teniendo de cara a la portería.
El equipo encontró el camino y ahora debe mejorar en la parte defensiva, pero lo que no se le puede negar es que ahora lucha, no se entrega, algo que se veía muy lejano.