Estos dos casos confirman la terquedad del entrenador, quien, cuando se encuentra con jugadores que no son de su agrado, termina por aislarlos y llevándolos a salir del club por la puerta de atrás. Eso es bastante contradictorio porque siempre tuvo un discurso asegurando que cuidaba los intereses del club, no solo deportivos sino también financieros.
No entiendo cómo un técnico que tuvo problemas similares en el Real Madrid llega a otro equipo y repite la historia. ¿Qué hace que los directivos sigan confiando en él? Debe tener un excelente representante para que cada vez que un equipo busca entrenador lo pongan en la baraja de candidatos, siendo un técnico que no ha logrado nada en los últimos años y que se ha caracterizado por borrar jugadores que tenían un buen rendimiento con sus antecesores.
Los directivos del Everton tendrían que estar muy arrepentidos por apostar su proyecto a Benítez y recibir ahora un equipo que pelea por no descender, con una plantilla desvalorizada y con los fanáticos furiosos viendo a su club, que la temporada anterior estuvo disputando puestos europeos, bastante comprometido en la tabla y jugando muy mal.
Puedes leer: Estos son los candidatos para remplazar a Benítez en el Everton
Esta situación del Everton, que también han vivido otros equipos con fracasos deportivos, me hace pensar que los directivos están cometiendo graves errores al elegir a los entrenadores de sus equipos, apostando todo su patrimonio deportivo y financiero. Haciendo un paralelo, es como si al momento de elegir el presidente de una compañía se contratara a un directivo que ha quebrado varias empresas o que ha manejado muy mal el desarrollo profesional de sus empleados. No me imagino a una junta directiva apostando por una persona que en los últimos años no ha tenido buenos resultados y que en su hoja de vida muestra éxitos de hace más de una década.
Me da la impresión que en el fútbol se sigue viviendo del recuerdo y de los logros pasados de los entrenadores, y no de su presente. Seguir apostando por entrenadores sin resultados, solo por un discurso de trabajo y exigencia, no debería seguir siendo una constante. Por el contrario, se debe apostar por técnicos que desarrollen a los jugadores, que les den la oportunidad de apostarle a su proyecto deportivo, pero, sobre todo, que no los etiqueten, como lo hizo Benítez.