Todas las organizaciones públicas y privadas que trabajan en la promoción y uso de la bicicleta tienen oportunidades, pero también los siguientes desafíos:
- Dar a conocer y difundir las leyes que aplican, como la Ley 1811 de 2016, por la cual se otorgan incentivos para promover el uso de la bicicleta en el territorio nacional y se modifica el Código Nacional de Tránsito.
- La seguridad vial, por ejemplo el uso responsable de la bicicleta con elementos de protección como el casco, uso de elementos reflectivos y luces para ser visibles en las vías.
- Respeto a las señales de tránsito.
- Convivencia vial entre todos los actores.
Los hurtos de bicicletas, que han aumentando durante la pandemia, se deben prevenir a través del trabajo articulado de las empresas, universidades y colegios, con el fin de contribuir en la creación de planes de movilidad sostenible, con campañas, infraestructura, biciparqueaderos, talleres de mecánica, caravanas de biciusuarios, enseñanza de técnica y balance, a través de biciescuelas. Adicionalmente, la estrategia debe ser el fomento a la bicicleta con enfoque de género. Si se construye infraestructura y se hacen campañas que además incluyan a las mujeres y a los niños, se promoverá el uso de la ‘bici’ para todos.
Por último, un nuevo factor, que antes de la pandemia no se consideraba, es el protocolo de bioseguridad: lavar las manos antes y después de montar, usar gel especial para desinfectar las manos, limpiar debidamente el sillín, los frenos, el manubrio, las corazas, los rines, el casco y en general, todo el marco. Durante el recorrido se deben usar guantes y tapabocas. Estos elementos de protección personal son de uso exclusivo, no se deben prestar. Junto con lo mencionado, se debe sí o sí respetar el distanciamiento social con una separación mínima de 2 metros, de manera especial, en los semáforos.
¡Atendamos las recomendaciones en esta pandemia por el COVID-19 y pronto volveremos a ser libres en nuestra bici!