Cuando se probó el primer vehículo automotor en 1769, se pensó que la accidentalidad en las vías públicas sería incrementada porque dejaríamos toda la responsabilidad al conductor. Hasta entonces se creía que los caballos ayudaban a evitar colisiones, y creo que no estaban tan equivocados.
Efectivamente, circular con unos tragos de más, distraerse o moverse con exceso de velocidad eran, a inicios del siglo XX, los problemas fundamentales de la seguridad vial. No ha cambiado mucho, más de un siglo después, ¿no? Es por esto que los países se dieron a la tarea de crear “normas de convivencia en la vía”, cada una con su título especial, pero con el mismo fin: que las personas no pierdan la vida en las calles.
Pero, como cualquier norma, si no se acatan son tiempo e intenciones perdidas. Por eso hoy quiero escribir sobre los conocidos wannabe´s (adj: dícese de aquel que sin estudiar para competir o tener experiencia alguna en pistas de competencia se comporta como si fuera campeón mundial de MotoGP).
Según estudios de grandes pensadores e investigadores, ellos tienen comportamientos característicos de riesgo y algo de irresponsabilidad hacia los demás. Sin embargo, consideran esas acciones como parte de su consolidación como seres alfa.
Otro factor importante de su temerario proceder, radica en el desconocimiento que tienen sobre otras especies en la naturaleza vial, como los conductores prudentes, los aprendices (que tienen derecho a vivir su curva de aprendizaje sin bulling), conductores tranquilos y precavidos, etcétera. Esta ignorancia, además, los vuelve un verdadero peligro en las calles, no solo arriesgando su vida y la de los seres que los circundan, sino de paso comprometiendo la tranquilidad y felicidad de sus familias.
Sé que muchos de ustedes ya pusieron un nombre de una persona conocida en esta descripción, y créanme, no han sido los únicos en hacerlo. La invitación real es a dejar de aplaudir esas características sin sentido. Contrario al imaginario colectivo, los corredores semi o profesionales no corren como locos en las vías públicas. Convirtamos en héroes a aquellos que no se arriesgan a sí mismos ni a los demás; ellos salvan vidas.
Los invito entonces a hacer un autoexamen y, ya que está de moda la palabra, a “autocuidarnos” de pertenecer a esa especie. Mejor protejamos a las personas que han entendido que la vía es solo un espacio para desplazarse de un lado a otro, y que no debe de ser un lugar de temer. Para aprender y practicar técnicas, desarrollar talentos deportivos y conocer profesionales que con gusto enseñarán tips de motociclismo, vayamos a la pista, un lugar entretenido y seguro para ser lo que siempre soñamos, y en el sitio correcto. La diversión siempre debe empezar y terminar siendo “divertida”.
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