La grandeza no se compra

El equipo francés vive un complicado momento

La falta de grandeza del PSG dentro y fuera del terreno de juego refleja que no todo se logra con plata.

El equipo parisino mostró que no tiene la jerarquía para aspirar a convertirse en uno de los mejores de Europa y, nuevamente, terminó haciendo un ridículo de inmensas proporciones.

Esta situación no la pudieron tapar las inversiones realizadas y el hecho de contar con un equipo que, sobre el papel, es de ensueño.

El PSG se ha dedicado a traer los mejores jugadores del mundo, pero no se ha preocupado por construir un equipo.

No tiene un líder nato y solo depende de la genialidad de sus futbolistas, especialmente de Mbappe, para mí el segundo mejor jugador del mundo de la actualidad, por detrás de Salah.

Pero el francés no puede meter golazos como el que le hizo al Real Madrid y bajar a cubrir las deficiencias de sus compañeros, que en defensa no cometen errores sino por el contrario parecen actores de una película de terror.

Muchos hablan de la falta de carácter de Neymar y de Messi, pero se les olvida que en el primer tiempo los parisinos le dieron un repaso táctico al Real Madrid.

El juego lo tenían controlado hasta que Donnarumma cometió un error inexplicable para un hombre de su categoría y a quien trajeron para este tipo de partidos.

Lo que no se puede desconocer es que ni Messi y mucho menos Neymar son los llamados a reaccionar en una situación como la vivida en Madrid y que sucumbieron ante la arremetida ‘Merengue’.

Ambos se quedaron atónitos y sin respuesta para ir a buscar un gol que los volviera a meter en la eliminatoria.

Creo que Neymar hace rato dejó de ser ese jugador que deslumbró en el Barcelona y no tiene ni la capacidad de juego y menos el liderazgo para contagiar a sus compañeros y buscar una hazaña como la que exigía ese partido.

Messi, por el contrario, no encuentra la posición dentro del equipo. Ahora en un papel de generador de fútbol se ha alejado mucho de la portería y se ha convertido en asistidor.

Este rol lo puede desempeñar pero no genera tanto peligro y no se le ve tan cómodo como cuando jugaba de falso nuevo o media punta.

Y si a eso le sumamos que no se le ve disfrutando del juego, nos encontramos frente a dos figuras, que aunque son llamadas a dar un paso al frente, muy poco aportaron para cambiar la situación.

En el caso de Pochettino, si bien no juega sí es responsable por las decisiones equivocadas que ha tomado y por no tener la capacidad de construir un verdadero equipo, en el cual no solo existan figuras, sino también juego colectivo.

Los jugadores se miran unos a otros como buscando responsables y no hay ninguno que dé un paso al frente o tome el control para cambiar la situación.

La última decisión y, desde mi punto de vista, la que le costo el partido fue sacar a Leandro Paredes, ya que hasta que estuvo en el campo tuvo el control del medio campo, recuperó y genero juego, impidiendo que Modric se adueñara del balón.

Con su salida el equipo se vino abajo y no tuvo el control del medio campo. De hecho, Modric hizo lo que quiso y con su capacidad y dinámica logró conectar con Benzema y Vinicius y se convirtió en el generador de fútbol que hasta ese momento no había tenido el Real.

Lo vivido en el Bernabéu es una lección de jerarquía y de historia. Para ganarle un partido al Real en Champions no solo se necesita jugar bien al fútbol.

Se necesita tener un verdadero equipo, algo que la plata no compra y que, como hemos visto, no se consigue teniendo a los mejores jugadores del mundo.

Se requiere trabajo colectivo, liderazgo y competitividad, algo que en el segundo tiempo se le olvidó al PSG o que seguramente no se vive dentro de este grupo.

Un equipo que se ha construido con miles de millones de euros, pero que no está sustentado sobre una base firme, porque su principal jugador y referente, Mbappe, nunca ha sido tratado como la figura que es.

Solo hasta ahora, cuando el Real Madrid se lo quiere llevar, le han dado los quilates que tiene y le ofrecen un tratamiento de ‘rey’.

A lo mejor muy tarde y especialmente cuando el jugador francés ya vio lo que es estar en un equipo con la trayectoria e historia que tiene el conjunto español.

Esta historia transforma y que hace que los equipos ganen partidos, porque sus jugadores viven del orgullo de ser parte del club más ganador de Europa y esto no se compra con dinero, se gana con instituciones de verdad, si no pregúntenle a Messi qué pudo sentir cuando el fin de semana lo silbaron los fanáticos del PSG.

Mauricio León L.

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