La Paz es una ciudad en la que jugar fútbol es notoriamente díficil. Y es que a pesar de que algunos de nuestros futbiolistas están acostumbrados a jugar a los 2640 metros de Bogotá, la Paz se alza a 3640 metros.
A esas alturas, el cuerpo de los humanos que están acostumbrados a las planicies empieza a sufrir. Históricamente, por ejemplo, los brasileños y los argentinos han tenido problemas para jugar en estas ciudades. Argentina no ganó un solo partido de fútbol en Bolivia entre 1973 and 2005, a pesar de que consiguió dos Copas del Mundo y una Copa América en ese período de tiempo.
Pero, ¿por qué sucede esto biológicamente hablando? Pues resulta que la baja presión barométrica en las alturas puede causar una perdida aeróbica importante en los deportistas de planicie. Es decir, su cuerpo no transporta ni utiliza el oxígeno tan eficientemente.
La falta de oxígeno genera una acumulación excesiva de ácido láctico, que es la sustancia corporal responsable por la fatiga. Siendo así, los futbolistas cuyo cuerpo no está aclimatado tienen menos explosividad, velocidad, potencia e incluso coordinación.
Por supuesto, esto también puede afectar el lado psicológico de los futbolistas. El mayor cansancio puede llevar a una peor toma de desiciones y los ayuda a cometer más errores no forzados.
Por estas razones, jugar a la altura de Bolivia es frecuentemente una pesadilla para la mayoría de futbolistas.
#Bolivia se encuentra a 3.640 metros de altura, lo que hace que los jugadores puedan sentirse fatigados y pierdan la concentración por la falta de oxígeno. 😳
Así es como La Paz se convierte en una de las localidades más temibles para los equipos.