Mucho alboroto hay entre los hinchas de Millonarios, todavía, por haber ganado la décima sexta estrella de su historia, sobre todo porque se obtuvo derrotando en la final al mayor rival, Atlético Nacional. Este título es el resultado de un buen proceso al mando del director técnico Alberto Gamero, quien llegó a su punto de equilibrio.
El trabajo del entrenador de un equipo de fútbol profesional debe evaluarse desde tres puntos de vista. Uno de ellos es el juego, la expresión futbolística en la cancha. En esto las labores de Gamero son excepcionales. Se reconoce que, desde hace mucho tiempo, Millonarios es el equipo que mejor juega en Colombia.
Por otro lado está la gestión de la nómina de jugadores. El ‘sonero’ ha valorizado a los futbolistas jóvenes, lo que ha derivado en muy buenos negocios para Millonarios, y ha potenciado a elementos que llegaron al club con poco reconocimiento o con bajo desempeño en su anterior equipo.
Pero, volviendo al eje de esta disertación, el aspecto más importante en el trabajo del director técnico de un equipo de fútbol de profesional son los resultados. El buen juego o la gestión de los jugadores no se pueden romantizar como lo central en el deporte de alto rendimiento.
Pues en materia de resultados, Alberto Gamero ha encontrado el punto de equilibrio. En el ámbito empresarial, este término define el momento en que un negocio cubre sus costos. Es decir, se llega al punto de equilibrio cuando los ingresos y los egresos están al mismo nivel, cuando no hay ganancias ni pérdidas.
En ese punto está Gamero en Millonarios en materia de resultados. Luego de tres años y medio dirigiendo al club, ganó una Copa Colombia y una Liga Betplay. Al margen del juego y la gestión de la nómina, que siempre han sido buenos, el técnico samario estaba déficit de resultados, pero ya lo saldó con esos dos títulos.
Hasta hace un año no había ganado nada, entonces su balance era muy malo. Luego ganó la Copa Colombia, con lo cual mejoró un poco; ya su balance de resultados no era muy malo sino simplemente malo, a secas. Un título de Copa en tres años no era satisfactorio, pero ya era algo para mostrar.
Ahora con el título de Liga, Gamero llegó al punto de equilibrio, donde sus resultados no están mal. Pero, ojo, tampoco están bien. Están a ras. Ya logró lo mínimo que se le podría pedir para el tiempo que lleva en un club grande como Millonarios, pero no está en superávit.
Dependiendo de cuánto más gane en el tiempo que le queda, cuando Gamero se vaya se evaluará si su balance de resultados terminó siendo bueno o muy bueno. O tal vez se quede estancado en el punto de equilibrio. Quizás esté mucho tiempo y no gane más nada, entonces el balance volverá a ser malo.
Eso sí, el hincha que ha vivido la escasez de juego, nómina y resultados en las últimas décadas valora que Gamero ha llevado a Millonarios de forma continua a estar siempre arriba en la pelea. El técnico ha cumplido.