Suspendido el juego entre Nacional y Junior por actos violentos

El llamativo juego fue empañado por violentos enfrentamientos

Lo que prometía ser una noche de pasión futbolística en el estadio Atanasio Girardot terminó en un lamentable espectáculo de violencia. El clásico entre Atlético Nacional y Junior de Barranquilla, que tenía al equipo verdolaga dominando el marcador 2-0, se vio interrumpido abruptamente por enfrentamientos entre las barras bravas de ambos equipos.

Los goles de Andrés Román al minuto 26 y un golazo de Marino Hinestroza al minuto 53 ponían a celebrar a la hinchada verdolaga. Sin embargo, la alegría se transformó rápidamente en consternación cuando, tras el segundo tanto, se desataron los ánimos en las tribunas.

Según testigos presenciales y videos que circulan en redes sociales, los disturbios iniciaron en la tribuna noroccidental, donde se ubicó un grupo de hinchas de Junior, que habría atacado a los seguidores de Nacional que se encontraban en occidental. Ante esta situación, la barra brava verdolaga, ubicada en la zona norte del estadio, reaccionó, desencadenando una batalla campal que dejó múltiples heridos.

La Policía Metropolitana del Valle de Aburrá intervino para tratar de controlar la situación, pero la magnitud de los hechos superó sus capacidades. En medio de la confusión y la violencia, las autoridades encontraron armas blancas como machetes y cuchillos, sustancias alucinógenas y elementos explosivos en las inmediaciones del estadio. Un hecho que evidencia la peligrosidad de los grupos organizados que se hacen llamar barras bravas.

Tras aproximadamente 30 minutos de intentar restablecer el orden, el árbitro del encuentro decidió suspender definitivamente el partido. La decisión fue aplaudida por algunos sectores de la afición, que pedían garantizar la seguridad de los asistentes.

Este nuevo capítulo de violencia en el fútbol colombiano enciende las alarmas sobre la necesidad de tomar medidas más drásticas para erradicar este flagelo que empaña la imagen del deporte más popular del país.

Un llamado a la reflexión

Los hechos ocurridos en el Atanasio Girardot son una muestra más de que la violencia en el fútbol es un problema que va más allá de los resultados deportivos. Se trata de un fenómeno social complejo que requiere de soluciones integrales y a largo plazo.

Es necesario que todos los actores involucrados, desde los clubes hasta las autoridades, trabajen de manera conjunta para erradicar la violencia en los estadios. La pasión por el fútbol no puede ser sinónimo de violencia. Es hora de recuperar los valores del deporte y disfrutar de los partidos en un ambiente de paz y respeto.

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