Luego de ganar la Copa Libertadores, Fluminense busca su segunda actuación internacional épica del año: conquistar el Mundial de Clubes venciendo en la final al Manchester City.
El ‘Flu’ nunca había ganado la ‘Gloria Eterna’; solo había llegado a una final, y la perdió en 2008 contra Liga Deportiva Universitaria de Quito. Este título del conjunto brasileño, siendo claramente el mejor equipo del torneo suramericano, fue heroico.
El siguiente gran desafío de los cariocas es el Mundial de Clubes. Luego de derrotar 2-0 en la semifinal al equipo egipcio Al Ahly, representante de África, vieron que la lógica imperó y Manchester City goleó 3-0 al Urawa Red Diamonds, de Japón, para convertirse en su rival en la final.
El club que representa a la Uefa, sea cual sea, es siempre el favorito al título orbital. Por bueno que sea el fútbol brasileño y por sólido que Fluminense sea como equipo, la inversión del club inglés es ampliamente superior.
Si el ‘Tricolor’ de Río de Janeiro luchó para revertir toda una historia sin ganar la Copa Libertadores, debe también batallar para revertir una década de antecedentes negativos de los clubes de Conmebol en el Mundial.
Los últimos diez campeones de este evento fueron los europeos. La última vez que un equipo suramericano fue vencedor orbital fue en 2012. Aquel año Corinthians, otro brasileño, derrotó 1-0 a otro inglés, Chelsea, con gol del peruano Paolo Guerrero.
Ese Chelsea era un equipo relativamente flojo, que ganó la Champions League con garra, aplomo táctico y cierta fortuna ante rivales de más calidad, como Bayern München y Barcelona. Pero unos meses después el ‘Timão’ sacó ventaja de las flaquezas londinenses y se coronó en el Mundial.
Pero ese no parece ser el caso del Manchester City, un equipo sólido, con el mejor director técnico del mundo y un juego arrollador. El reto del Fluminense el viernes es grande.