Debido al rechazo olímpico que empezaba a tener la competición de fútbol por acusaciones acerca del profesionalismo, a Jules Rimet, presidente de la FIFA, se le ocurrió que el fútbol tuviera su propia Copa del Mundo al margen de los Juegos Olímpicos. Por eso, en el Congreso de la FIFA de 1929 en Barcelona (18 y 19 de mayo), Uruguay fue elegida la sede por su gran campaña en los Juegos Olímpicos de 1924 y 1928.
Pese a que la organización de Uruguay ofreció magníficas condiciones para las selecciones, solo asistieron cuatro equipos europeos: Francia, Bégica, Rumania y Yugoslavia. Se sintió la ausencia de las selecciones de Italia y España. Fue un gran desplante para Uruguay, que estaba celebrando su centenario como país. En cambio, sí asistieron las selecciones americanas de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Estados Unidos, México, Paraguay y Peru.
Uruguay quedó resentido por la negativa de varios equipos europeos a asistir al mundial, por eso no fue a los mundiales Italia 1934 ni Francia 1938. Regresó al de Brasil 1950, logrando ser campeón en el conocido ‘Maracanazo’.
