El surf despertó una gran ilusión que he cultivado con el paso del tiempo
Por: Hugo González Chalela *
Me llevaron a correr mis primeras olas a la edad de cuatro años y desde entonces mantengo el sentimiento intacto. Inigualables momentos por el océano no dejan de sorprenderme y me motivan a continuar en busca del oleaje y de nuevos y mejores horizontes para todos.
El ritual más importante que practico y comparto con los que surfean conmigo, es el de la gratitud. En el instante en que tocamos el agua, damos las gracias de corazón sumergiéndonos en una ola de pensamientos positivos. En vez de simplemente entrar a surfear y de pensar en sobresalir ante los demás, bañarnos en un mar de agradecimientos siempre hará la gran diferencia en la forma en que nos acerquemos al océano y a las personas que nos encontramos. Dar las gracias es el mejor ejercicio emocional que todos podemos practicar. Sentir gratitud, de una manera plena, honesta y sensata, siempre nos llevará a fluir mejor por cualquiera que sea la ola que vayamos a surfear.
Correr olas implica una exigente actividad física, pero también un poderoso ejercicio espiritual.Nos engrandece en todos los aspectos de nuestras vidas, siempre y cuando lo practiquemos con humildad y con respeto por los demás. Sucede también que, el surf puede despertar los egos. Suele pasar por la propia adrenalina que produce interactuar con las olas, que nuestro comportamiento se tiende a alterar ajeno a nuestra propia voluntad. Demasiada testosterona entre los surfistas arruina momentos mágicos. En las olas también aprendemos acerca del control de nuestras emociones, la paciencia y la tolerancia, que debemos tener ante cualquier corriente.
Me esmero con mucho entusiasmo por transmitir gratitud a través del surf, porque precisamente esa es la esencia y la importante enseñanza que el gran Duke Kahanamoku (el precursor y mentor hawaiano del surf moderno) quiso dejar a través de esta disciplina. Compartiendo el verdadero significado y el sentimiento del espíritu Aloha, el que trata sobre la amabilidad y el respeto por la naturaleza y por los demás, plenamente doy continuidad al legado del Duke. Extiendo una respetuosa invitación a todos los padres, entrenadores y mentores de este deporte, a transmitirle a las nuevas generaciones la cordialidad que se debe mantener entre todos en el mar. A no perder el rumbo ecoamigable que el Duke con tanto amor por este deporte nos enseñó.
Lo cortés jamás quitará lo valiente, al contrario, le sumará mucho a los nuevos competidores y amantes del mar. Saludar y sonreir por el canal (camino por el que ingresamos al mar) hará de todos grandes damas y caballeros por el océano.
El surf es un deporte demasiado bonito y nunca es tarde para aprender a surfear con generosidad y con respeto por todos los que nos encontramos en esta aventura.
Nunca olvidemos que somos como un pequeño palillo de madera ante la inmensidad y ante la fuerza del océano, y que no vaya a ser el ego el que opaque la claridad de nuestras almas en el agua azul.
Definitivamente no hay mejor manera de aproximarse a surfear que en estado de gratitud. De hecho, no hay mejor manera de abordar cualquier situación que sintiéndonos agradecidos y repletos de buenos sentimientos.
El surf, más que un deporte competitivo, es un fascinante estilo de vida y una alegoría de nuestra existencia, nunca dejaremos de aprender por las corrientes de la vida ni por las del mar.
Recordemos siempre saludar y dar las gracias antes de entrar al océano a remar y ante cualquiera que sea la ola que vayamos a afrontar.
Gracias por acompañarme a lo largo de este año surfeando a través de La Liga, nuestra bonita revista deportiva y cultural.
Les deseo un feliz año nuevo y un mañana pleno, con abundantes olas de gratitud para todos y mucha armonía por el mar 🙏
¡Aloha!
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