Lo extraño es que Zidane logró cambiar la situación sin cambiar su forma de juego. Su módulo táctico es el mismo y sigue soportado en los mismos jugadores. El cambio del equipo llegó de la mano de Sergio Ramos y del recuperado Carvajal, pero más que los recuperados, es la apuesta y confianza a un número limitado de jugadores.
Zidane ya entendió que no tiene la plantilla suficiente para hacer rotaciones, las que le funcionaron a la perfección cuando logró tener un equipo B que jugaba mejor que sus titulares, pero hoy eso no existe y ya se definió por un círculo de jugadores en los que cuentan alrededor de 14 y en los que no parecen estar Isco y Marcelo.
Al final, el equipo pasó y la única explicación es que Zidane es un gran motivador y logró recuperar a sus jugadores, les inyectó lo que les hacía falta para que se convencieran que podían volver a la élite mundial, a pesar de no tener nuevas figuras en su nómina.
El Madrid, a diferencia de otros equipos, cuenta con un gran líder dentro del terreno de juego y eso se nota, este equipo es uno con Ramos y otro muy diferente cuando el capitán no está. Parece que sus compañeros se contagian de esas ganas cuando cuentan con él y dan todo para salir adelante. Esto fue lo que vimos en Champions y el fin de semana frente al Atlético.
Zidane vuelve a pasar de cuestionado a líder innato de un equipo que no cambia su forma de juego, que no tiene variantes tácticas y que muchas veces se ve tan plano que no puede generar respuestas. Lo que no se le puede cuestionar es que tiene la capacidad para levantar a sus jugadores y hacerlos parte de su proyecto; ya lo ha hecho varias veces y al parecer lo seguirá haciendo porque sigue con la confianza de sus dirigidos.
La Champions le ha dado otra vez la oportunidad de reivindicarse, tal vez en su torneo favorito y el que mejor afronta su equipo. Si bien tuvo un muy mal inicio, se supo reponer y terminó liderando su grupo, algo que no pudo hacer el Barcelona después de venir invicto y de ganar todos sus partidos. Ahora tendrá un duro reto frente al Atalanta que también viene de menos a más, después de una temporada espectacular en la que su goleador Duván Zapata fue fundamental.
En la Liga sigue arriba y, con la victoria frente al Atlético, evitó que su rival de patio se consolidara como líder en solitario y ahora, con un partido menos, es tercero de una liga muy irregular que sigue siendo dominada por la Real Sociedad.
Tendremos Zidane para rato. Ya libró dos grandes escollos y se puso en camino en una temporada en la que con la irregularidad que están mostrando los equipos podrá pasar cualquier cosa. Seguro podrá aspirar nuevamente a la Champions y a la liga… veremos si puede mantener ese fútbol por más semanas y si dejar las rotaciones y consolidar un equipo es la decisión correcta. Por ahora solo le queda recuperar a Hazard, su gran apuesta futbolística, la cual no se ha terminado de consolidar porque ha pasado más tiempo en la enfermería que sobre el terreno de juego y no ha podido demostrar las razones por las que Zidane y Florentino lo llevaron al Madrid.
Otras columnas del autor.