El reto de James Rodríguez con el Rayo Vallecano está claro; es el mismo del equipo. Entró a la cancha en el minuto 87 del partido contra Osasuna en la última ventana de cambios que tenía su club. Ahora el colombiano pasa de mirar hacia arriba para pelear los títulos a mirar hacia abajo.
El objetivo del club de Vallecas es mantener la categoría; hace fiesta cuando logra la permanencia. Si le va bien está entre los puestos diez y quince. Su título es salvarse del descenso, y sus protagonistas lo dicen abiertamente.
Los dirigentes saben que ese es el propósito, y James Rodríguez sabe que fue a eso porque en ese equipo no va a ser campeón de España y es muy poco probable que llegue a competiciones europeas.
Él entiende a qué club va y cuáles son las aspiraciones de ese club. Por más talentoso que sea James, a los 33 años no creo que vaya a cambiar esa historia.
Por otra parte, si puede ser titular de la Selección Colombia, subcampeona de América y segunda de las Clasificatorias de Suramérica, que viene de ganarle recientemente a Argentina, es absurdo que el volante cucuteño no pueda ser titular en este equipo tan modesto.
Ahora bien, James es un solo jugador. No es que el Rayo Vallecano haya hecho una gran inversión para traer cinco o seis jugadores de un nivel superior a lo que normalmente tiene. Es un solo tipo, que es muy bueno, pero no pude hacer milagros.
Él no va a clasificar a su club a los torneos de la Uefa en la próxima temporada. James es muy bueno, pero tampoco tanto.
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