Los últimos años ver los partidos de la Selección era una alegría; disfrutábamos ver a nuestros jugadores compitiendo al mismo nivel de los grandes equipos europeos y sudamericanos. Sin embargo, los partidos más recientes de la era Rueda se han convertido en un suplicio para todos los colombianos que disfrutamos del buen fútbol.
Nuestra Selección dejó de meter miedo; ahora a los equipos vienen a Barranquilla ya no les afecta ni el calor ni, mucho menos, el juego de nuestro equipo. Nos acostumbramos a ver a los equipos visitantes llevarse puntos de nuestro campo y a que nuestros delanteros no conviertan goles. El equipo ya completa cinco partidos sin marcar; genera muy pocas oportunidades de gol, y las que produce no se aprovechan por malas decisiones de nuestros delanteros o porque el arquero rival termina siendo el salvador de su equipo, como ocurrió frente a Ecuador.
El profesor Reinaldo Rueda sigue sin encontrar el equipo. Cada fecha plantea un esquema diferente y no le da confianza a los jugadores para que se consoliden y ejecuten una idea de juego clara. Especialmente en el frente de ataque nos sorprende en cada fecha con diferentes protagonistas y con tareas tácticas que no hacen posible que los jugadores rindan. En la cara de los jugadores se ve la desilusión y el esfuerzo para ejecutar lo que le profe les pide, pero se ven atropellados y tomando malas decisiones.
En el partido contra Paraguay, eso le pasó a Miguel Borja, quien no sabía cómo moverse en el frente de ataque y terminaba quitándole los espacios a su compañero de fórmula, Luis Fernando Muriel. Es tanto el desespero que cuando estuvo solo frente al arco cabeceó de la peor manera un balón que le llegó como caído del cielo y que solo pedía que lo empujaran a la red.
En el segundo tiempo, como ya es costumbre, se cambian los delanteros y se le da toda la responsabilidad de salvar el partido a Duván Zapata, un goleador de raza que no ha podido demostrar por qué es uno de los mejores delanteros de Europa. La razón no es otra que la falta de confianza y la escasa generación de juego de sus compañeros. ‘El Toro’ sabe que cada opción que tenga es un examen y, desafortunadamente, no lo está resolviendo de la mejor manera. Contra Paraguay se tuvo que autohabilitar para generar una opción de peligro que por centímetros salió desviada. En otra jugada, luego de un centro defectuoso de James Rodríguez, se inventó un cabezazo que pasó cerca del larguero.
Son muy pocas ocasiones para un equipo que cuenta con varios delanteros de renombre en América y Europa, artilleros que en sus equipos se destacan por su capacidad goleadora. Entonces, ¿por qué el equipo nacional genera tan poco juego ofensivo? La respuesta está en el nivel y la ansiedad de los jugadores, en el planteamiento táctico y la falta de asociación que existe entre la delantera y el medio campo.
Colombia no ha definido un estilo de juego. Sus jugadores siguen un plan táctico que está basado en recuperar el balón y generar contraataques, algo que, al parecer, no está esta bien aceitado, porque el equipo luce atropellado. Los jugadores quieren pasar muy rápido de defensa a ataque y no hacen transiciones en el medio campo, por lo que la mayoría de las veces se equivocan y sus pases no terminan en el destino que esperan.
El profe sigue probando jugadores en busca de respuestas, pero no ha definido una columna vertebral que entienda y ejecute ese plan de juego. Sigue confiando mucho más de la cuenta en Juan Guillermo Cuadrado, y, desafortunadamente para el profe y para el equipo, el jugador está en una curva descendente de desempeño en la temporada como consecuencia de un número elevado de partidos. Esta situación ha llevado a su técnico en la Juventus a marginarlo de la titular y darle un menor número de minutos en espera de que recupere su nivel; pero el profe insiste en dejarlo. Le cambia la posición de extremo a lateral buscando alternativas, pero el jugador no encuentra respuestas y hace que el equipo se estanque en sus malas decisiones.
Tengo la esperanza que James pueda recuperar su nivel. Aunque no generó mucho juego, se notó su capacidad para hacer jugar a sus compañeros. Si bien le falta mucho fútbol, es el conductor que necesita Rueda para ejecutar un plan de juego, y, con un poco más de partidos, podrá mejorar para aportar eso que tanto necesita el equipo.
No todo está perdido y la irregularidad de las Eliminatorias Suramericanas nos sigue premiando con un cuarto lugar que no merecemos y que le sigue dando vida al seleccionador nacional. Pero el oxígeno se le sigue acabando y, si no consigue mínimo cuatro puntos en la próxima doble jornada, empezará a despedirse del Mundial. Por el bien de nuestro fútbol necesitamos que el profe encuentre su identidad y se la transmita a sus jugadores, porque todos queremos ir a Catar, pero no con este equipo.
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