Terminó un Tour de France con pocas emociones, con una superioridad inmensa de Tadej Pogacar y sin ningún oponente que le pudiera hacer frente a semejante dominio. Nos quedamos con ganas de ver si Primoz Roglic podía hacerle frente a su compatriota.
Las caídas fueron definitivas en la primera semana. Sacaron de competencia a Roglic y a Geraint Thomas, dos grandes oponentes que al inicio del Tour partían como serios candidatos al título, o, por lo menos, a hacerle frente al esloveno. La mala suerte o una distracción los sacaron de competencia y le dejaron un camino de menor oposición a Pogacar, quien aprovechó esa ventaja y la fue consolidando desde la primera semana.
Con el dominio de ‘Pogi’, la lucha se centró en los dos escalones restantes del podio, esperando el milagro de que el esloveno tuviera un mal día y le diera a sus lejanos escoltas la oportunidad de ponerlo en jaque, algo que nunca pasó y que, al parecer, está muy lejos de suceder.
La lucha por los demás puestos fue muy pareja. Mientras Carapaz y el Ineos-Grenadiers intentaban generar algún peligro, Rigobeto Urán aguantaba corriendo de manera inteligente; otros se iban acomodando en la pelea por el podio, como Jonas Vingegaard.
Con el paso de las etapas y la llegada de la alta montaña el líder se consolidó y demostró su sed de triunfo. Es un corredor que parece un caníbal; no deja con vida a ninguno de sus rivales y cada vez que puede demuestra su superioridad, algo que ya es hasta humillante para sus adversarios.
Rigo estuvo a la altura. Luchó y estuvo muy cerca del segundo escalón del podio. Infortunadamente su cuerpo no soportó, sufrió mucho en las últimas dos etapas montañosas y terminó cediendo todas sus aspiraciones. Aun así terminó en el top 10 de la carrera, demostrando que sigue siendo un corredor de élite.
Vingegaard apareció y asumió el reto que dejó el líder de su equipo, Roglic. Era una responsabilidad grande para un corredor con muchas condiciones pero que iba al tour a apoyar a su jefe de filas. El danés no defraudó; con el paso de las etapas se fue consolidando y demostrando toda su capacidad. No cedió tiempo frente a Carapaz y fue el único que pudo amenazar, aunque tibiamente, a Pogacar en aquella etapa del Mont Ventoux. Cuando llegó el reto más importante en la crono final demostró que también es un especialista y que tiene la capacidad de pelear en ese terreno frente a los eslovenos.
El final en París dejó muy claro quién es el rey del ciclismo mundial, un corredor que por ahora no tiene oponente y al que, a no ser que algo extraordinario ocurra, tendremos que ver ganando muchas carreras.
Con este nuevo panorama en el ciclismo mundial queda muy claro quién es el rival por vencer y quiénes intentaran hacerle oposición. Los llamados a retarlo serán Roglic, Carapaz, Vingegaard, Egan Bernal y, si se consolidada en carreras de tres semanas, seguramente Remco Evenepoel. La pregunta es si alguno podrá hacerle oposición o nos cansaremos de ver cómo gana el Tour las veces que quiera, apuntándole también, eventualmente, al Giro y la vuelta.