Se está jugando el torneo WTA 1000 de Pekín, la capital de China, que era una de las competiciones de tenis femenino más importantes del mundo hasta el 2019. Los dos años siguientes no pudo hacerse por la pandemia del COVID-19, surgida en ese país, y en 2022 por un escándalo terrible.
La tenista Peng Shuai denunció en Weibo, la red social más importante de China, que Zhang Gaoli, entonces viceprimer ministro del Gobierno de ese país, había abusado sexualmente de ella. Minutos después, su publicación, hecha el 2 de noviembre de 2021, desapareció, al igual que ella.
A la tenista no se le volvió a ver públicamente, lo cual despertó muchas suspicacias en contra de las autoridades comunistas de China, conocidas por violar los derechos humanos de sus adversarios y contradictores.
Se desató una ola de clamor por ella en el mundo del tenis, representada por la etiqueta #WhereIsPengShuai (#DóndeEstaPengShuai), ampliamente difundida en redes sociales. La WTA, Asociación de Tenis de Mujeres, decidió cancelar sus competencias en China durante el 2022, cuando ya había pasado la pandemia.
Pero, aún sin claridad sobre la situación y ubicación de Shuai, la entidad rectora del tenis femenino volvió a llevar sus competiciones al país de la polémica. Evidentemente, la motivación detrás de esta decisión es económica.
Una sola nación que condensa la quinta parte de la población mundial, que tiene mucho poder financiero y que profesa un gran gusto por el tenis, es un mercado muy difícil de menospreciar para las organizaciones que manejan este deporte.