El equipo ‘culé’ demostró, en el juego ante el PSG, su bajo nivel en las áreas, que es donde se definen los partidos. Falló las oportunidades de gol que tuvo y fue una “gelatina” en su defensa cada vez que lo atacaron. Las oportunidades de gol fueron parejas, el PSG las aprovechó anotando y Barcelona las desperdició. Esa fue la gran diferencia. Y claro, el equipo parisino tenía un plan de juego definido y se apegó a él, cosa que no se vio en el español.
Si algo tengo claro, es que con los jugadores que están, el equipo no volverá a ganar la Champions. Tendrá que hacerse un “barrejobo” –palabra que se usa en el Caribe para hablar de una limpieza total- que debe comenzar por la llegada de una junta directiva nueva, en la que no haya rastro de los que han gobernado en los últimos 6 años, en los que se han acostumbrado a perder no solo los partidos, sino también el rumbo institucional y futbolístico. Un cambio de la mayoría de los jugadores. A mi parecer, deben salir: Samuel Umtiti, Sergiño Dest, Miralem Pjanic, Philippe Coutinho, Martin Braithwaite, Ousmane Dembélé, Antoine Griezmann, Sergio Busquet, Gerard Piqué, Clément Lenglet y Jordi Alba; e iniciar un nuevo proyecto futbolístico que tenga nuevos líderes.
Es tal el desbarajuste del equipo en la cancha, que hay quien cree que ser líder del grupo es gritar groserías contra sus compañeros, y lo hace desde el bajo nivel futbolístico que tiene, tanto, que queda retratado agarrando la camiseta de un joven que pasa volando a su lado, y claro, no puede marcarlo. Y ni qué decir del que se va para su país a «celebrar» la humillación. Eso demuestra qué es lo que pasa hoy en el Barcelona, otrora el mejor equipo del mundo. Aunque valoro la valentía de Ronald Koeman para aceptar dirigir el club en aquel momento tan complicado, creo que tampoco es el entrenador que debe liderar el nuevo proyecto.
Los hinchas lo somos más en las derrotas. Ahí es cuando demostramos el afecto por nuestros equipos. La tristeza y el dolor que deja el perder, nunca es más que el amor que se tiene por una institución. Afecto que, por cierto, no lo definen los “dinosaurios” criterios territoriales, sino la adhesión libre y voluntaria a proyectos con los que uno se identifique.
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