Está claro que el idilio entre Lionel Messi y el Fútbol Club Barcelona terminó hace rato. El futbolista quiere dejar el club lo más pronto posible, y las directivas culés no piensan permitirlo sin un buen recaudo económico. En un nuevo round entre el jugador y la institución, Messi no se presentó este domingo a la toma de muestras PCR para detección del COVID-19.
El verdadero problema no es el sanitario en cuanto al virus, sino la declaración de rebeldía hecha por Messi al no acudir a la citación del Barcelona. El argentino se declara en desacato, y eso significa que su salida probablemente se dará mediante un recurso jurídico y no un arreglo.
Hay un lío legal, y es que el crack rosarino tiene una cláusula de rescisión de 700 millones de euros con el Barcelona. Es decir, el club que quiera llevárselo tiene que pagar, sí o sí, ese valor. Pero este es un costo inasumible, ya que es más del triple de lo que se canceló por el fichaje más caro hasta la fecha.
Ahora bien, suponiendo que algún jeque quisiera poner la plata, esto es inviable por la normativa del Fair Play Financiero. El club que gaste en incorporaciones más dinero del que genera con su funcionamiento (derechos de televisión, merchandising, entradas a los partidos, etc.), se expone a severas sanciones. Por infringir esta regulación, el Manchester City, precisamente el posible destino de Messi, casi se queda sin participar en torneos de la Uefa durante dos temporadas.
Entonces queda el camino de la negociación. El Barcelona, entendiendo que Messi quiere irse, podría ponerse de acuerdo con un club para transferirlo. No cobraría los 700 millones, pero sí lograría un buen pago. Parecía que esta iba a ser la salida, pero no se ha dado.
Entonces Messi, afanado para marcharse del cuadro catalán, quiere forzar su salida acudiendo a un tecnicismo legal. Él podía rescindir el vínculo laboral de forma unilateral hasta el 10 de junio, estimando que para esa fecha recién estaba terminando la temporada. Pero, como la pandemia forzó un receso en las competiciones, el curso terminó después. El argentino se ampara en que lo requerido era anunciar su terminación del contrato ni bien acabada la temporada, pero el Barcelona se apega a la fecha fijada en el calendario.
Esta confusión contractual puede abrir una ventana jurídica de escape para Messi, ya que el Barcelona no puede forzarlo a quedarse; sería una especie de secuestro laboral. Desde el Caso Bosman (1995) los clubes perdieron la potestad para retener a la fuerza a un futbolista. Teniendo esto en cuenta, y acudiendo a la ambigüedad de interpretación de este aspecto contractual, Messi puede buscar amparo ante la Fifa para que le dé un transfer (documento autorizando la transferencia) para continuar su carrera en otro equipo.
Este transfer no sería el convencional sino uno provisional, mientras el caso jurídico se desarrolla. Si ‘Leo’ se va, podría ser que la Justicia le dé la razón al argentino en cuanto al momento en que podía rescindir el contrato, y el Barcelona se quedaría sin pago. También podría ser que el club que haya fichado a Messi tenga que terminar pagando la cláusula de rescisión de 700 millones de euros, y quién podría hacerlo. Pero lo más probable sería que la Justicia determine una indemnización: el club que se quede con Messi paga un dinero significativo por él, pero no los 700 de la famosa cláusula de rescisión.
El lunes será la primera jornada de entrenamientos del Barcelona de cara a la nueva temporada, y Messi está citado como jugador con contrato vigente. Pero, seguramente, por primera vez en dos décadas, el mejor futbolista en la historia del club no estará. Sería otro desacato para forzar su salida.