‘El fútbol, como la vida, es una experiencia de equipo’.
Todo lo que ha pasado con Messi en el Barcelona nos ha vuelto a hacer conscientes de una verdad obvia, que por ser tan evidente a veces no la vemos, ya que se nos esconde en lo cotidiano: ‘El fútbol, como la vida, es una experiencia de equipo’. Sí, a veces lo olvidamos. Necesitamos de los otros para poder ser felices, nadie puede serlo por sí solo, aislado de los demás. Messi es el mejor jugador que he visto en los últimos 30 años –y la verdad me gusta ver mucho fútbol-, pero aún así, siempre necesita de un equipo que pueda ‘pontenciar’ su ya magnífico talento.
No es cierto que por sí solo pueda ganar un torneo. Eso no son más que hipérboles dichas por exaltados hinchas –en cualquiera de sus roles-. Y creo que eso es lo que reclama Messi del Barcelona, que sea el equipo que le permita demostrar lo infinito que puede hacer con el balón en los pies. Por alguna razón el club no ha entendido eso, y, al contrario, creo que ha decidido colgarse de Messi y buscar que sea él quien garantice el éxito de todo el equipo.
Ojalá eso nos sirva para entenderlo en la vida diaria, ya que hay muchos que, con complejo de sol, creyendo que son el centro de toda la galaxia, minimizan a todo el que está a su alrededor y creen que solos pueden lograrlo todo. Nos necesitamos unos a otros. Por eso hay que entender que la clave del éxito, de la felicidad, es la calidad de nuestras relaciones interpersonales, sobre todo de aquellas que seamos capaces de hacer en nuestros equipos.
Quiero insistir en tres decisiones fundamentales para poder trabajar en equipo:
Elegir bien a los miembros. Si el éxito va a depender de las personas que nos ayudan a realizar nuestras tareas, tenemos entonces que hacer una buena elección. Cualquiera no puede formar parte de nuestro equipo de vida. Aún más, puede tener muy buenas características, pero sino se complementan con las nuestras, seguro no va a funcionar. Esto en el fracaso del Barcelona es evidente, se eligieron jugadores que no responden al estilo de juego del equipo y que no se complementaban con Messi.
Explicitar una y otra vez el objetivo común que tenemos y evaluar si lo que realizamos nos ayuda a lograrlo. No se puede dar por “sabida” la gran meta, hay que ir revisando si estamos en el camino que la logra. Esto implica liderazgos firmes, autoritativos e inspiradores; sin eso el equipo termina siendo una montonera. El Barcelona al final no tenía claro cuál era su objetivo fundamental. No me digan que era ganarlo todo, porque eso significaría que desconocían su propia realidad futbolística. Y creo que hace rato se había hipotecado el liderazgo de los técnicos y aún del presidente del club.
Comunicación eficaz, confianza, cooperación y complementariedad. Realidades emocionales que permiten cohesión y determinación en la consecución del objetivo. Cuando se opacan estas realidades, todo fracasa. En el caso del fútbol, se podrán ganar partidos, pero no campeonatos. No estoy físicamente cerca del mundo del Barcelona, pero todos los rumores que de allí salen –hoy son más fáciles con las redes- muestran que las relaciones interpersonales no andan bien, luego el equipo no puede andar bien.
Seguro que ellos podrán recomponer el equipo y convertirlo de nuevo en el gran competidor por copas internacionales, pero por lo pronto nosotros seguiremos aprendiendo de lo que sucede en el fútbol para ser mejores seres humanos.
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