Bob Marley, el mejor cantante futbolista del mundo

El 11 de mayo se cumplió el aniversario número 40 de la muerte de Robert Nesta Marley, más conocido como Bob Marley. Por eso en la Revista La Liga recordamos este escrito de Joshua Green en la edición número 20, de junio de 2015. Vale la pena leerlo porque de verdad que está muy bueno.

Por Joshua Green.

Ya le he contado historias de cine y fútbol y puedo seguir uniendo diferentes manifestaciones culturales y artísticas con el deporte más universal. En esta época de Copa América, Jamaica participará y es la oportunidad de contar una historia de música, fútbol y amor de uno de los artistas más comprometidos e injustamente tratado por los medios.

Mi inmensa pantalla de televisión es mi único contacto con el mundo exterior, además de algunas cartas y un joven que me trae lo necesario para vivir. La vida de ermitaño mediático te desarrolla ciertas sensaciones, digo ermitaño mediático, porque debo ser el ser humano mejor informado del planeta que vive en una montaña sin ningún contacto.

Pero no escribo para hablar de mi, les mando cartas a esta revista que se preocupa por el fútbol y el arte. Entremos en materia. Si en el futuro recordamos a Messi por lo penales errados o a Cristiano Ronaldo por sus cortes de pelo o su desfile de novias, estamos cometiendo un grave error con el deportista. Algo así pasa con Bob Marley, un artista en todo el sentido de la palabra, pero cuando se le recuerda, los medios buscan la imagen con el cigarrillo más grande y con los ojos más perdidos. Para las nuevas generaciones, este genio con cientos de atributos era un tipo que vivía drogado y además hacía buena música; eso es tan injusto como si para hablar de Messi en 20 años, en lugar de mostrar sus fantásticos goles, ponemos la imágenes de sus famosos vómitos. Imágenes reales pero que manipulan y transforman injustamente la historia.

Si Bob Marley estuviera vivo, hubiera cumplido 70 años este año (nació el 6 de febrero de 1945), a lo mejor hubiera ido a ver a la Selección de Jamaica a Chile.

Santa Ana es un pequeño pueblo, en cuya zona rural había un caserío llamado Nine Mile, 9 millas, allí nació el célebre protagonista de estas líneas. Su madre una lugareña que tenía 16 años cuando embrujó a un inglés blanco de 60 al que apodaban El Capitán. El padre le dio el apellido, pero no mucho más. El 6 de febrero fue el día del nacimiento, fue bautizado como Robert Nesta Marley en honor a un tío paterno que nunca conoció. Creció como un campesino, el pequeño Bob no era ni negro ni blanco, le decían el chico alemán.

A los 12 se muda con su madre a Kingston, se acomodan en uno de los vecindarios más peligrosos, pero también más injustamente tratados por la policía. Trench Town se llama el barrio en donde Bob se hizo músico. Un día en una entrevista recordó que el único problema era la policía, con el sólo hecho de venir de allí era motivo suficiente para ser delincuente. También se le escuchó decir que en Trench Town te volvías estafador, músico o deportista y en esas calles, afortunadamente para la humanidad, conoció la guitarra.

Ustedes que están leyendo deben estar pensando, todo bien, pero, ¿qué tiene que ver esto con deporte o fútbol? Marley es artista, pero futbolista de corazón. Algunos dicen que después de la música estaba el cricket, pero yo les puedo asegurar que el fútbol ocupaba un lugar de culto para él, es más, puedo asegurar que este deporte le dio la gran oportunidad de seguir viviendo, pero el mensaje no le llegó.

En cualquier sitio jugaba con la pelota.

En medio de la pobreza, cuando tenía hambre, bebía agua e iba a dormir y, con el estómago vacío, encontró su vocación. Repetía, la pobreza inspira la creatividad, y en una canción, Natty Dread, habla de las calles de su barrio, calles en las que nació el reggae.

 

Antes de animarse a escribir y a tocar, conoció a Desmon Dekker, eran compañeros de trabajo, soldaban en una fábrica, Desmon ya había grabado una canción con una disquera manejada con códigos mafiosos, Beverley´s Records. Bob le siguió los pasos y a los 16 años con un tema llamado “Judge Not” saltó a la industria en 1962. Su canción no tuvo trascendencia, pero mostró gran capacidad para componer. La letra tenía matices revolucionarios, defendía los derechos del individuo y lo mejor, una buena poesía.

 

Concluyeron que solos no iban a lograr el objetivo y crearon un grupo. Si venían de un barrio sufrido en donde gimen, debía llamarse The Wailers. Ensayaron durante dos años hasta estar listos, el productor tenía la teoría que las estrellas de la música se pierden por miedo y que esta sensación humana había que superarla. Por eso se dedicaron a dar recitales en el cementerio, cantaban sobre tumbas a un auditorio silencioso a las 2 de la mañana.

 

Ya sin miedo a las almas en pena ni a las almas en éxtasis, The Wailers saltó al escenario y fue un golpe en Jamaica, pero el productor, de apellido Coxsone se quedaba con todas las ganancias, Bob sólo recibía 3 libras por semana, pese a que el primer sencillo “Simmer Down” estuvo en el primer lugar.

 

Decepcionado con la industria se muda a Estados Unidos donde vivía su mamá, estuvo pensando, trabajando y si, fumando, si quieren saber de eso, cuentan que sembraba su hierva en el patio de la casa. Fue empleado de aseo del Hotel Du Pont, soldador en Chysler y manejó un montacargas. Hay una canción en 1970 que habla de su montacargas llamada “It´s Alright”. Regresó a Jamaica con la idea de armar su propia disquera, lo logra, pero ninguna canción sonaba en la radio. Tenía que comprar o presionar a los hombres de los medios de audio, los más importantes de la época.

 

Finalmente nada los pudo detener, “The Wailers y Bob Marley”, al que querían bautizar Adam, pero él no lo permitió, se convirtieron en referencia musical. Además le dieron un sonido nuevo al mundo. Hubo un cambio en el ritmo, en la guitarra surgió por accidente un riff, un sonido que creo una ilusión y que queda en evidencia en Duppy Conqueror de 1970.

 

Pero ese año, 1970 fue muy importante no sólo musicalmente. Bob se enamoró del Brasil campeón y fue a Rio y tuvo el gusto de jugar con Paulo César, uno de los integrantes de ese equipo.

Foto: emol.com

En esa década vino el crecimiento y la exportación del Regae por el mundo. En 1973 tocan en Londres y este país iba a impulsar por todo el mundo a los Wailers. Pero él también abrazó una cultura futbolística centenaria. No se sabe bien, pero yo creo que Bob era hincha del Chelsea, bueno en esa zona de Londres vivió y jugó grandes partidos.

En 1975 en el Lyceum, el 18 de julio, se confirmó como gran estrella del mundo, desde ese lugar mítico, desde Londres cambió para siempre, el reggae se volvió música universal.

A su regreso a Kingston compró Island House, que era el lugar que usaba para ensayar, un coqueto vecindario en el sitio más elegante de Jamaica, la calle Hope 56. Organizaba un partido casi a diario de cinco contra cinco, con arcos móviles de pequeñas dimensiones. En unos 30 metros cuadrados se jugaban partidazos. Bob siempre quería ganar y sus vecinos, la alta sociedad del país, soportaron sus “picados” en horas de la tarde. Allí también lo intentaron matar; un atentado por cuestiones políticas contra un apolítico como él que casi muere por dar un concierto gratis que sólo buscaba la unión de sus compatriotas.

Antigua casa de Bob en donde vivió gran parte de su vida, hoy museo en Kingstone, Jamaica
Foto: darkohudelist.eu

Por obvios motivos regresó a Londres y se dedicó a escribir y a jugar, vivía en la calle Oakley de Chelsea y jugaba al fútbol en un parque que quedaba pasando un puente.

En Battersea Bridge se enfrentaban a equipos de muy buena capacidad. En uno de esos días, el periodista Danny Baker pisó un dedo del pie de Marley que era el conductor de su conjunto. No pasó mucho, pudo jugar hasta el final del partido, pero con los días del dedo pequeño del pie derecho se infectó. Fue al médico y le diagnosticaron un melanoma y era urgente amputar. Acá hay varias versiones, algunos hablan de amputación total de la pierna, otro de sólo el dedo, lo cierto es que finalmente su grupo íntimo encontró al médico que les dijo lo que querían escuchar. En Miami un doctor afirmó que con sólo quitar la uña bastaba, eso sí, debía mantener chequeos periódicos en todo el cuerpo.

El fútbol le envío un mensaje a Bob, pronto se recuperó, volvió a su rutina y olvidó el tema de su dedo. Este deporte, el éxito, su compromiso por la paz y unión de su país, copó su agenda, bueno el amor también, tuvo 11 hijos con 7 mujeres diferentes, incluida Rita, su esposa oficial y la mis mundo Cindy Breakspeare.

 

El año 1980 fue muy duro, el asesinato de John Lennon y el mundo supo que el cáncer había regresado, y con mucha furia, contra Bob Marley. Lo supo en una gira por Estados Unidos, cuando mostró mucha humildad al aceptar ser telonero de The Commodores, quería que los negros americanos aceptaran su música y lo logró.

Mientras conquistaba el mercado afro, recorriendo el país gigante pasó por Nueva York, aprovechó para correr por el Central Park y allí sufrió una convulsión. Al atenderlo descubrieron que tenía cáncer en todo su cuerpo. No canceló la gira, pero no pudo culminarla, en Pittsburg fue su último concierto.

 

Foto: KOBALTHE PICTURE DESK

Decidió pelear contra la enfermedad, fue a Alemania, curioso, de chico le decían el niño alemán, aguantó frío, perdió sus rastas, pero nadie pudo hacer algo por Bob.

Regresó a Miami y murió sin dejar testamento. Su testamento fue su música, su militancia pacífica de la unión, su devoción por África y su pasión por el fútbol, este deporte que le avisó de forma tenue, y él no quiso o no supo escuchar. Pero el mundo lo escuchará por siempre, ni el cáncer es tan poderoso para apagar la voz y la guitara del futbolista que cada vez canta, toca y juega mejor.

Foto: fanart.tv
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