Es el mes de las madres, ya sabemos que a ellas todo se lo debemos, hemos hablado de las mamás en todos los idiomas y culturas. Se les ha hecho todo tipo de homenajes en poesías, libros y canciones. Todo lo que se diga y haga queda corto para agradecer su labor. Yo todos los días de mi vida agradezco y extraño a la mía, fue la mejor del mundo mundial.
Pero hoy, vine a hablar de las tías, sí, en femenino, porque voy a hablar de mi experiencia. No soy mamá, pero soy una feliz tía de 18 sobrinos, madrina de 2.
Puedo decirles con certeza que mi amor hacia ellos tiene lo mejor de los dos mundos: es tan maternal como para protegerlos por encima de todo, y de todos, y es tan sincero que, como no soy la mamá, puedo hablar, discernir, opinar con ellos de manera abierta y genuina… además, no tengo responsabilidades económicas, más allá de apoyar en lo que necesiten para lograr sus sueños. Punto a mi favor.
Les doy de comer las cosas que en la casa no les dan y los dejo dormir hasta que aguanten. En mi casa pueden llegar cuando quieran. Para mis sobrinos, perpetuamente las puertas están abiertas. A veces peleamos como hacen los amigos, pero siempre nos queremos y respetamos porque hay un lazo que nadie ha sabido describir, tan poco, que ni en Google hay frases de famosos refiriéndose a esta mágica y especial relación, como sí hay frases acerca de las mamás, las amigas, etc. Es una relación poco documentada y por eso hoy quiero hacer este homenaje a las TÍAS, en el mes de las mamás. No es por quitarles protagonismo, porque eso imposible, es por darnos algo de notoriedad desde este rincón que es más difícil.
Cuando oigo la canción de Fito Páez, ‘Al lado del camino’, “El hambre, el frío, el crimen, el dinero y mis diez tías, me hicieron este hombre enreverado”, entonces pienso en qué parte entramos nosotras para hacer de ellos lo que son. En mi caso, por ejemplo, somos una familia numerosa. Para ir al grano, solo los 7 tíos (5 tías) que somos de diferentes opiniones políticas, hablamos al mismo tiempo, rezamos diferente, peleamos seguido, nos queremos más seguido de lo que peleamos, somos santandereanos y hablamos duro, nos reímos duro, opinamos duro; pero queremos con el alma y cada cosa que le pasa a uno de los hijos de mis hermanos tiene repercusión en mi corazón: alegría infinita o tristeza.
Me siento orgullosa de cada una de las relaciones que he construido con ellos, de su mundo particular, me duele cuando están tristes, los apoyo, muchas veces soy como la comisión de paz e intercedo para mejorar situaciones con sus papás cuando están en la época que esa comunicación falla o al revés. Siempre digo que de lo único que me arrepiento de no ser mamá, es que creo que una mamá tiene el don del amor verdadero, el que da por encima de todo, el que quiere a pesar de todo. Pero una tía no es la excepción, podría dar mi vida por ellos. Lo digo con la certeza de un amor construido desde la honestidad.
Hoy quiero reivindicar la labor de las tías, de ese amor infinito que nos embarga, de esas sonrisas sinceras que le regalamos a los sobrinos y ellos nos sacan. No somos mamás, pero somos unas excelentes suplentes o como quieran llamarnos.
Así que feliz día a todas esas tías que son como mamás y a todas esas mamás que nos hicieron tías. Que se celebren ese título con toda y que el amor sea el que siga reinando en nuestras vidas.
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