En un ambiente de mucha expectativa por volver a una Copa del Mundo luego de 28 años, surgió en el trabajo de mi mamá la tradición de agarrarle la panza y darme un grito de gol.
Cuando Freddy Rincón hizo el mítico gol contra Alemania, los compañeros de mi mamá celebraron cargándola a ella como a una estrella de rock en un concierto: todos con los brazos alzados sosteniéndola a ella acostada boca arriba y paseándola por toda la oficina.