MESSI: No seré feliz, pero…

Por Juan Linares

¡Se queda! Messi ha dicho que cumplirá el contrato que lo une al Barcelona hasta junio del 2021. Se queda en contra de su voluntad, pero se queda. Tiene con el club catalán un matrimonio plagado de incidencias desalentadoras y episodios a media luz, pero se queda. Es un amor sin ninguna esperanza, pero se queda.
 
«No seré feliz, pero tengo marido», fue un gran éxito editorial y una estupenda obra teatral de la escritora y periodista argentina Viviana Gómez Thorpe. Una diatriba antimatrimonial de una ironía insana, malévola; un monólogo en el que la protagonista repasa su convivencia conyugal de veintisiete años con un marido pintado en un lienzo, sobre el cual la actriz va añadiendo pinceladas a lo largo de la función para completar el perfil de su pareja. 
 
En una entrevista con el programa español de televisión «El Chiringuito», Messi confirmó que se queda al menos un año más, que no puede pagar los 700 millones que le obliga el contrato, y que además sería incapaz de llevar a su amado Barcelona a los estrados judiciales para liberarse. Eso sí, pintó al presidente ‘culé’, Josep Maria Bartomeu, como una persona mentirosa y de poca palabra.
 
Sin embargo, Messi no quiere irse dando un portazo, por la puerta de servicio por donde ingresan los proveedores de cerveza; no quiere irse escondido en el baúl de la historia. Él quiere irse como se van las leyendas, legales, leales, con la cabeza alta, saludando y agradeciendo. Por eso echó atrás su decisión de marcharse. Antepuso su amor, su respeto y su gratitud al Barcelona, aun sabiendo que con ese acto de desprendimiento emocional resigna felicidad futura y quizás algún Balón de Oro o una Champions League. Comprende, y con razón, que los hinchas que lo aclamaron desde las gradas con pañuelos y lágrimas de alegría en tantas jornadas de gloria, no tienen la culpa de los desatinos del presidente y su Junta Directiva. «Siempre hay opciones», dice un refrán indio. 
 
Messi hizo bien en no marcharse. Un general nunca abandona a su tropa en el campo de batalla. Luego del 2-8 el Barcelona inicia ahora una etapa de reconstrucción. Messi, según Koeman, será el estandarte. 
 
Messi y el Barcelona compartirán techo, pero no el lecho. Han decidido llevar de ahora en más una simple cordialidad administrativa. 
 
Queda por ver si el presidente del Barcelona recoge el guante y cumple su promesa de campaña: dimitir, renunciar, si con eso conseguía torcer la decisión de Messi de marcharse. El argentino ya hizo su parte…
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