Ohana y Amigos de la Playita ganan los Aloha Awards

Para ellos es como subirse a una nave espacial

Hugo González Chalela es uno de los pioneros del surf en Colombia; indiscutiblemente el más importante en lo que se refiere a la enseñanza de este bello deporte. Su trabajo con la comunidad, que es altamente elogiado en Cartagena, ahora adquiere magnitud internacional gracias a un premio muy importante que recibió.

Él es columnista de nuestra Revista La Liga, y lo entrevistamos para que nos hable del magno reconocimiento que le fue otorgado.

Hola, Hugo. Fuiste premiado por The Aloha Awards. ¿De qué se trata esta distinción?

Hola, gracias por la entrevista. The Aloha Awards son como los Grammy en la música o los Óscar en el cine. Son los premios para reconocer el trabajo que hacemos ciertas personas en la comunidad mundial del surf como embajadores del espíritu Aloha. Hemos llegado a la final y terminamos ocupando el cuarto puesto este año.

El espíritu Aloha…

Sí, «aloha» no es solamente el término que se utiliza para saludar en Hawái. Es toda una filosofía que debe guiar la práctica del surf entendiendo que, más allá de que puede tener un lado competitivo, este deporte tiene toda una trascendencia espiritual con cosas como la conexión con la naturaleza, el cuidado del medioambiente, el respeto por los demás, la cordialidad, etcétera.

¿Por qué labor fuiste reconocido en los Aloha Awards?

Mi trabajo está orientado en dos frentes. Por un lado, tengo a Ohana, una escuela privada de surf en la que trabajo con una base de alumnos constantes y con turistas ocasionales que visitan Cartagena. Las lecciones no son enfocadas netamente en lo técnico del surf sino en compartir toda la bella filosofía que acompaña esta práctica deportiva. Pero, adicionalmente, hacemos una obra social muy bonita llamada «Amigos de la Playita».

¿Y quiénes son los amigos de la playita?

Cuando estamos surfeando, muchas veces se me acercan niños y adolescentes con curiosidad por el surf, y nos damos cuenta de que son de escasos recursos económicos. Entonces les ofrecemos la oportunidad de aprender de forma gratuita.

¿Y cómo funciona?

Le preguntamos a esos niños si quieren aprender, y siempre nos dicen que sí. Entonces nos dirigimos a sus padres y les pedimos autorización para enseñarles. Les damos una clase, y después les preguntamos si quieren seguir haciéndolo; la mayoría dicen que sí. Pero ahí les decimos que solo los recibimos si están matriculados en el colegio, que en una sociedad como la nuestra no siempre se da entre los niños que pertenecen a familias pobres. Si no están inscritos, mi esposa les hace esa gestión. Una vez están aprendiendo con nosotros, pues vamos monitoreando que sigan recibiendo educación escolar de forma ininterrumpida y que cumplan con sus debes académicos como requisito para seguir siendo «Amigos de la Playita».

A estos niños surfear les cambia la vida, ¿no?

Claro que sí. Lo más importante es que les sirve como un vehículo para recibir educación formal, con la cual deben estar comprometidos para seguir surfeando, y eso los aleja de los peligros de la calle. Pero también les cambia la vida el surf mismo cuando desarrollan el espíritu aloha. El solo hecho de montarse en la tabla, para ellos es como subirse a una nave espacial porque acá no se comercializan tablas de surf. Es una experiencia del otro mundo.

¿Qué significa este reconocimiento para ti?

Para mí es una gran alegría, un orgullo. No quiero alardear con arrogancia, pero este premio es realmente muy importante a nivel internacional. El surf tiene su meca en Hawái, y hay otras regiones muy buenas para este deporte, como Australia, California, Sudáfrica, Indonesia. Entonces, que hayamos ganado este reconocimiento pone a Colombia en el ojo de la comunidad internacional del surf. Nos da atractivo turístico para los practicantes de este deporte y refuerza la imagen de lo bonita que es nuestra labor ante los ojos de nuestros compatriotas.

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