Yo tengo dos posiciones diferentes: ni Ghiggia fue el agente determinante de la victoria ‘celeste’ ni Barbosa fue el gran culpable del “Maracanazo”.
Tampoco considero que Obdulio ‘el Negro’ Varela, famoso capitán ‘charrúa’, haya sido el elemento más significativo del triunfo uruguayo por su liderazgo y manejo de actos simbólicos, un tema del cual hablaré más adelante. Mi teoría se centra en un desconocido, por lo menos para las generaciones actuales.
Juan López es el hombre, y no jugó; fue el técnico ganador. Poco se habla de él porque dirigió en una época en la que el entrenador era muy poco influyente si se compara con la actualidad.
Uruguay tenía un sistema obsoleto; repetía la fórmula con la que Italia fue bicampeona del mundo cuando era dirigida por Vittorio Pozzo antes de la Segunda Guerra Mundial. Pero una cosa es estar desactualizado y otra es ser tonto. El entrenador se dio cuenta de que Suiza había complicado a Brasil e imitó su dibujo táctico. Hizo una de catenaccio. En realidad, fue muy parecido a lo que se impondría quince años después. Dos defensores cuidarían al goleador Ademir, los mediocampistas laterales se retrasaron y se batieron en duelo ante los wines, y Varela, con dos medios más, iba a detener a los creadores del equipo local.
No fue fácil hacer funcionar este sistema. El apoyo de los doscientos mil aficionados en el estadio -dijeron oficialmente que hubo 173.850 personas- impulsó a Brasil, que, pese a jugar mejor, no plasmó su superioridad en el marcador al término del primer tiempo. A los 28 minutos, Varela -recuerdo que yo mismo vi el golpe- le metió un manotazo a Bigode, el defensor que tenía que marcar a Ghiggia, quien atacaba por el costado derecho, la zona fuerte de Uruguay. Luego la prensa brasileña llamó cobarde a Bigode, quien se quedó con esa fama. Supuestamente, la agresión de Varela sacó del partido al defensor.
Brasil se fue adelante empezando la parte complementaria y todo parecía definido. Se habla del soporte que fue Obdulio Varela para sus compañeros cuando tomó la pelota de entre las redes. Este fue un símbolo dentro del campo, pero protagonizó uno que fue más significativo antes del partido. El ‘negro’ había visto que el periódico “O Mundo” había titulado “Estos son los campeones del mundo”, con la foto de la Selección Brasileña. Entonces compró todos los ejemplares que pudo, los llevo al hotel, los puso en el piso de un baño donde había reunido a otros jugadores uruguayos y, junto con ellos, los orinó encima. Esta anécdota está consignada en uno de muchos libros que se han escrito de este partido.
El técnico López supo aprovechar las averías defensivas de la ‘Canarinha’ por la zona izquierda. Por ahí llegó el centro del gol del empate y por ahí apareció Ghiggia para silenciar a los doscientos mil espectadores que vieron cómo el uruguayo se salió del control de los defensores Danilo y Bigode.